Entrevista con el arquitecto Mariano Arana.
EN PERSPECTIVA
Viernes 15.12.2017, 08:27
EMILIANO COTELO (EC) —En el corto plazo, la fisonomía de Montevideo puede cambiar drásticamente si se concretan dos obras de gran porte que están previstas.
Por un lado, la zona centrooeste de la ciudad deberá prepararse para la construcción de un tramo del trazado de vía férrea Ferrocarril Central, que conectará la eventual segunda planta de UPM en Paso de los Toros con el puerto de Montevideo. Por otro, la rambla Sur puede recibir una inversión de US$ 200 millones si se concreta un proyecto de Buquebus para instalar su terminal de pasajeros en el entorno del dique Mauá. El proyecto tomó impulso la semana pasada, luego de que el Senado dio media sanción a un proyecto de ley para que el Estado pueda enajenar esos padrones.
En el Frente Amplio (FA), sin embargo, estas iniciativas están generando ruido. En una carta pública, el edil y exintendente Mariano Arana sostuvo que estas dos alternativas “contradicen algunos compromisos programáticos asumidos por el gobierno departamental”.
Vale la pena conocer los argumentos del arquitecto Arana.
Cuesta decirle edil… ¿Cómo se lleva con esta nueva etapa de su vida política, integrando la Junta Departamental?
MARIANO ARANA (MA) —Me hacen trabajar como loco. Porque antes uno tenía más apoyos de secretarios, ahora tengo uno solo. Pero me resultó una cosa muy grata. Recordé mucho a quien, también, después de tener cargos tan importantes dentro del batllismo, terminó de edil, a la salida de la democracia, el suegro del Polo Gargano, muy amigo de hace muchos años en la Federación de Estudiantes. Sinceramente me resultó muy grato porque la vocación de uno como arquitecto y tratando de hacer lo que le enseñaron… Porque yo no invento nada, tampoco llamo a nadie para que me escuche, pero si me llaman, sea donde sea, contesto lo que esté a mi alcance contestar y trato de dar las razones para tratar de ser congruente.
EC —Usted habla de lo que le enseñaron, se basa en lo que le enseñaron. En lo que le enseñaron y en lo que usted enseña o ha enseñado, porque tiene una trayectoria también como docente, como director del Instituto de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República. Se refiere a eso, a su actividad académica.
MA —Claro. Pero en unas entrevistas, que felizmente se encontraron, porque se habían perdido, unas 19, 20 entrevistas que hicimos con dos grandes amigos fallecidos, muy buenos docentes, Lorenzo Garabelli y (José Luis) Livni, un gran amigo…
EC —¿De qué época son esas entrevistas?
MA —Son entrevistas a arquitectos actuantes entre los años 20 y 30… Mirá, estoy viendo una de las obras interesantes, en la esquina misma de 18 de Julio y la plaza Independencia, una de las muestras clarísimas del art déco, una modalidad que tuvo excelentes representantes.
EC —No se refiere al Palacio Salvo, sino al edificio que está enfrente, del otro lado de 18 de Julio.
MA —Palacio Salvo, que también aprendí a respetar más de lo que respetaba en la facultad. Todos secretamente admiramos a Bello y Reborati, pero en la facultad nos cuidábamos mucho de decirlo porque era la quemazón, porque no eran modernos. Modernos en términos puramente formales, pero eran modernos en el sentido de que generaban ciudad agradabilísima.
EC —En particular en la zona de Pocitos, la obra de Bello y Reborati sigue siendo muy característica en materia de casas.
MA —La calle Santiago Vázquez es brutal, extraordinaria, rompe un poco el esquematismo cuadriculado de toda la ciudad, que viene de las Leyes de Indias, porque además tiene una topografía y unas pequeñas variantes… Todas las casas son prácticamente idénticas desde el punto de vista de sus tipos en ese tramo, y sin embargo ninguna es idéntica, porque variaban pequeños detalles y hacían que la ciudad fuera lo que siempre fue: una y múltiple.
EC —Los oyentes pueden estar preguntándose qué tiene que ver todo eso con lo que vamos a conversar ahora, con proyectos nuevos.
MA —Creo que tiene algo que ver.
