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Entrevista central, viernes 24 de noviembre: Lucía Vernazza

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EC —Todo indica que los números serían en realidad más altos, que haya un 20 % que lo reconozca es mucho. Eso es lo que tú estás diciendo.

LV —Sí, en el caso de Uruguay sí. Porque hay países donde no hay ley de castigo físico, donde no se habla del tema. Acá uno de cada cinco declara, y entre los chiquitos más del 40 %, es un montón, es casi uno de cada dos, tienen que ser más.

RA —Ahí seguramente hay quien se plantee cómo hacer entonces, porque uno como padre tiene que impartir disciplina y poner límites, y si no puede ni siquiera levantar la voz para mostrar que está enojado… Es algo que también cruza este debate.

LV —Absolutamente. Hay métodos de disciplina no violentos. De hecho avanzamos en investigar eso, hicimos un estudio cualitativo con la consultora Cifra para entender cuáles son los argumentos. Pensamos que esto está naturalizado como método de crianza. Hay un grupito de violencia extrema que se atiende de otra manera, y después estamos todos los padres que criamos a nuestros hijos como aprendimos de atrás y que pensamos que pegar es lo mejor, “a mí me pegaron, y mirá qué bien que salí”. Eso está mucho en el discurso de los uruguayos, lo encontramos en los grupos focales, los uruguayos pegan y lo justifican.

EC —Hay otros factores que inciden, más allá de esa naturalización. Pienso en el alcoholismo en una casa, la droga, o situaciones de estrés muy fuerte que se viven en muchas familias, hasta por razones laborales, etcétera.

LV —Sí, el estrés es uno de los factores que más explican la utilización de la violencia. Pongámonos en el caso de una mujer sola que llega de trabajar todo el día, tiene los niños ahí, tiene que hacer la comida, los niños no hacen caso, les dice “levanten las cosas, levanten la mochila”… El estrés es un factor. Me parece que también hay mucho de que los padres no tienen otras herramientas, y existen otras herramientas. Creemos que hay que trabajar mucho en eso, hay que trabajar mucho en la prevención, porque si bien no somos todos agresores físicos, no nos consideramos, sí estamos en un entorno que habilita, y eso es lo que tenemos que cambiar.

RA —Ustedes ponen el foco en lo naturalizada que está la violencia en la sociedad y en las familias.

LV —Sí, totalmente. Está muy naturalizada en los métodos que utilizamos para criar a nuestros hijos y hay una suerte de no visualización todavía de cuestiones que son violencia. En particular en el tema de violencia de género, hicimos el procesamiento de esa encuesta, porque a mí me impactó mucho. Es una encuesta que se hace a mujeres y se les pregunta si sufrieron violencia de su pareja, tomamos solo el dato de mujeres que sufrieron violencia física de su pareja. Y hay un montón de niños en esas casas criándose así. ¿Qué pasó con esos niños? ¿Recibieron alguna reparación?, ¿tuvieron algún tratamiento? Porque de mediar tratamiento se pueden cambiar cosas, pero ni siquiera lo tenemos visualizado como un tema.

RA —Y esos niños mañana van a ser hombres y quizás terminen reproduciendo eso que observaron de niños.

LV —No puedo afirmarlo, pero es un factor que hay que tener en cuenta por el tema de la reproducción. No quiero ser determinista, pero sí que hay que trabajarlo.

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EC —¿Algo en particular que valga la pena agregar en este momento, que haya quedado sin conversar?

LV —Uno de nuestros objetivos más importantes en este estudio era, además de conocer el panorama, empezar a visibilizar a los niños en las estadísticas que producimos sobre violencia. Sabemos que medir cuesta mucha plata, pero en los registros administrativos, como los del Ministerio del Interior, esto no debería ser tan complicado. Porque tenerlos visibilizados, publicar todos los años cuántas de las denuncias de violencia doméstica tienen a niños, niñas o adolescentes como víctimas o en cuántos homicidios hay niños y adolescentes nos parece algo muy importante para trabajar en Uruguay.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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