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Haití era ya el país más pobre de América en 2010, cuando sufrió uno de los terremotos más devastadores de que se tenga registro en la historia de la humanidad.
Y lejos estaba de recuperarse de las consecuencias del sismo, que dejó por lo menos 100 mil muertos, cuando el presidente Jovenel Moïse fue asesinado en 2021.
Por si algo faltaba, ese año Haití sufrió otro terremoto más, con más de 2 mil muertos y unos 1.500 millones de dólares en daños.
Los secuestros crecieron 72% en 2021, aumentó la violencia entre pandillas, se disparó el hambre, y se desataron protestas contra el gobierno impopular de Ariel Henry. La situación desembocó en la toma del poder por parte de líderes pantilleros que forzaron a Henry a renunciar.
Cuando parecía que el país tocaba un nuevo fondo, una misión internacional de paz partió hacia suelo haitiano desde un lugar quizás inesperado: Kenia.
Con la misión de Naciones Unidas para la estabilización de Haití terminada en 2017 y muy desprestigiada, la comunidad internacional apoyó la iniciativa del país africano, que envió una primera tanda de 2.500 policías para patrullar la capital, Puerto Príncipe, y entrenar a las fuerzas de seguridad locales.
¿Cómo llega Kenia a liderar una misión de paz de este tipo? ¿Qué tiene que ver este país africano con el caribeño?
Es el tema para una nueva columna de Mirando a África, con Mercedes Sayagués.