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Convencer al Maestro

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Regresó la selección uruguaya de fútbol con su quinto lugar en la Copa del Mundo Fifa 2018, y muchos uruguayos siguen cavilando sobre las lecciones que deja, como lo hace Sergio desde la audiencia.


Miles de uruguayos son amantes del fútbol y en estos días están de parabienes. La excelente actuación de la selección uruguaya nos ilusiona y nos brinda alegrías que escasean en otros rubros y no son fruto de la casualidad sino la consecuencia de una buena gestión.

El proceso iniciado por el maestro Tabárez lleva 12 años, los mismos que el FA en el gobierno, pero con resultados muy diferentes.

Tabárez tomó las riendas de nuestra selección en momentos difíciles, luego de un nuevo fracaso al no haber clasificado al mundial de Alemania 2006. Y no apuntó a un triunfo inmediato: miró hacia el horizonte y puso su primera meta hacia el 2010 en Sudáfrica. Entró a la AUF carpeta en mano con un proyecto que se denomina “Institucionalización de los procesos de las Selecciones Nacionales y de la formación de sus futbolistas”. Muy importante este último punto referido a la formación. Para él no era suficiente atender a la selección mayor, debía empezar con los juveniles. La matriz que tenía el técnico provenía, en su mayoría, de hogares humildes, con necesidades básicas, económicas, educativas y culturales, pero que no cambiaba su objetivo. El maestro tenía bien claro que para obtener resultados se necesitaba un abanico muy amplio de enseñanzas. Se rodeó de gente que aceptara su idea y puso el camino hacia el objetivo sin renunciar a nada, sin derribar a nadie, sin claudicar ante la aparición de detractores y siempre buscando formar, más que buenos jugadores, mejores personas.

Muchos dicen que los resultados en el fútbol se deben a un trabajo en equipo; las cualidades individuales son importantes pero a la larga triunfa “el equipo”, el desarrollo del juego entre todos. Pero la audacia de Tabárez va más allá de un partido o una copa ganada; busca el desarrollo de las personas. Sus convicciones son tan fuertes que llegan hasta las familias y amigos de sus dirigidos, cuyas influencias son relevantes.

En estos días hemos leído revalorizaciones de varias de sus enseñanzas. Convenció a sus jugadores y sacó los teléfonos celulares de los desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, para que hablen entre ellos, que se conozcan, se hagan amigos. Durante las estadías en el Complejo Celeste todos colaboran en el orden y la limpieza, las conferencias de prensa son atinadas, respetuosas y sin estridencias, la vestimenta es mucho más adecuada que la que usan ahora varios de nuestros legisladores.

No existen figuras; ellos se sienten todos iguales y con la misma importancia para el juego. Los más experimentados aconsejan a los jóvenes y muchos de estos últimos recurren al maestro para charlas personales. Y no fue sólo un viento circunstancial que sopló fuerte en Sudáfrica 2010; ya vino la renovación de jugadores y los nuevos se comportan exactamente igual porque una vez ellos integraron las selecciones juveniles.

Todos queríamos que Uruguay jugara la última y la ganara, pero era un deseo y no se pudo. Esto es un juego, debemos estar orgullosos de lo que el maestro y su equipo han logrado.

Hay que ponerse a trabajar y convencer a Tabárez para que continúe al frente de esta transformación impensada, para que las conferencias de prensa se transformen en charlas a los niños, a los jóvenes de todas las instituciones deportivas, a los padres que muchas veces son los culpables de inculcar una ambición desmedida, en sus colegas y dirigentes del fútbol que ganan valor al costado. Porque en definitiva de eso se trata.

Tabárez predica con su palabra y con los actos de los que pasan por su escuela.

Tengo todos los ojos en el ancho y largo del país y espero que esta forma de vida, esta forma de enseñar prenda para volver a ser lo que éramos. No perdamos la oportunidad de seguir el camino comenzado hace 12 años, no nos adjudicamos logros que no nos corresponden y sí fomentamos la aparición de muchos Tabárez, pero que sean muchos más los alumnos de Tabárez.

Sergio Barrenechea
Vía correo electrónico


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