La audiencia opina…

La siniestralidad en el tránsito

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Pérdida de valores de convivencia, falta de educación vial, falta de rigor en la sanción a los infractores, mal estado de la infraestructura, son factores que señala la audiencia como causa de los siniestros.


En las sociedades actuales, donde vivimos en un frenesí absoluto, hemos perdido de vista muchas cosas que nos suceden en la vida cotidiana. Sin embargo los indicadores están más visibles que nunca, y he sentido el frío del miedo al pensar que, como ciudadano uruguayo, corro más riesgo de vida al salir a una ruta nacional que muchos de quienes viven en países víctimas del terrorismo. No se me malinterprete: no estoy comparando estas desgracias; simplemente estoy comparando la cantidad de personas fallecidas por accidentes de tránsito y ataques terroristas, por acciones de personas que deciden tomar la vida de seres inocentes que están en un lugar y día en que no debieron estar, quizás como puede ocurrir en más de un “accidente” que sucede en nuestras carreteras.

El año pasado pasó recorrí más de 3.000 km. en rutas nacionales, por viajes de trabajo o estudio, y otro tanto por vacaciones con la familia. A partir de los espantosos sucesos ocurridos en nuestras rutas desde que inició este 2018, y la cantidad de personas que hoy ya no están por estos hechos, me viene la necesidad de reflexionar y la conclusión es que la única solución posible es educar: educación vial, formación y educación. Instalamos una ley que persigue el consumo de tabaco, y la considero correcta, con los datos sobre los costos de salud consecuencia de su consumo, pero me pregunto: ¿no tenemos costos espantosos por temas del tránsito? Se nos continúan muriendo personas, muchos quedan mutilados cual si hubiesen ido a una guerra, se siguen destrozando familias ¿y no hay nada para hacer?

En esta etapa de eufemismos se habla de siniestros, ya que no son accidentes porque son evitables. Poco me importa cómo los llamemos, pero es necesario que aprendamos. Gracias a Dios a mis 40 años, muchos recorriendo el país en moto y ahora en auto, he tenido la suerte de no vivir esa situación. Pero todos debemos aprender; todos hemos cometido imprudencias, y seguro más de las que puedo contabilizar porque quizás alguna ni siquiera sabía que era algo indebido. Hace unas semanas, llegando al departamento de Salto había ocurrido un espantoso accidente. Mucho tiempo me quedaron grabados los gritos desgarradores de una madre que tenía a su hija fallecida en la ruta (aún recuerdo su nombre). Ya habían llegado ambulancias y demás, por suerte mis hijas pequeñas iban dormidas y no vieron nada; yo traté de no mirar y al ver un gran despliegue de técnicos, seguí. Sin embargo, me quedan en la retina algunos seres que se detenían a tomar fotografías como si se tratara de un paisaje hermoso del que querían tener recuerdos.

Los titulares de los medios en las últimas 48 horas son dantescos, pero son sensación durante las primeras horas, luego comienza a disiparse y, salvo para los familiares de los fallecidos, el tema pasará. O para los que allí protagonicen un nuevo siniestro y la gravedad será revivida en función de espectaculares imágenes o la cantidad de fallecidos, e incluso estarán quienes comparando el número de fallecidos dirán que uno fue menos grave que otro; incluso las cifras oficiales en algún momento dirán “estamos mejor” si los fallecidos son menos, pero esa mejoría no lo será para las víctimas ni sus familias.

No necesitamos más indicadores, ya los tenemos; los uruguayos nos estamos matando en las rutas nacionales, el tránsito no discrimina a nadie y ninguno de nosotros ni de nuestros seres queridos está libre, ni siquiera en la ciudad, porque he visto accidentes incluso en cruces peatonales que no son respetados.

Ya sea por una asignatura de educación vial en la enseñanza formal, ya por cursos que nos enseñen de mecánica básica para poder controlar nuestros vehículos, pero hagamos algo accesible para todos , que no sea el negocio de dos o tres vivos y termine segmentando a la población. El Estado si tiene esta obligación, así como J. P. Varela planteaba en el siglo XIX la necesidad de educar para lograr una sociedad de convivencia, hoy estamos en la misma situación: educación para ser mejores, educación para ser felices, pero algo mucho más básico: educación para que no nos matemos, edúquenme para que mi imprudencia no le quite la vida a otro ser. Una vez más la educación es la única esperanza.

Marcelo Sánchez
Vía correo electrónico


En este caso, como en la enorme mayoría, hay un problema de base que cada vez se agrava más: la educación. Como cada vez se desprecian más las reglas de educación, el egoísmo, para ser suave, hace que cada uno sólo piense en sí. Así como el “con permiso”, “me permite”, “perdón”, disculpe”, etc. etc. no se usan en el trato directo, tampoco se usan en el tránsito. Es decir: la falta de respeto impera también, lógicamente, a partir de los conductores de vehículos.

Por otra parte, hay que enseñarla los conductores que manejar en condiciones “anormales” exige destrezas diferentes: dirigir en la lluvia, con neblina, en vías embotelladas, de noche, en carreteras, entre otras, requiere un manual, porque, la mayoría dirigimos en condiciones “normales” y nos vamos a olvidar de todas las cosas que se debería aprender cuando hacemos el curso de conducción. Así, cuando nos vemos obligados a salir de la “normalidad” nuestra responsabilidad nos llevará a repasar el manual para conducir adecuadamente.

Francisco Piedrahita
Vía correo electrónico


En Sudamtex Colonia (donde fui empleado desde los ’60 a los ’80), se brindaba muchas enseñanzas que no tenían que ver con lo textil. Entre ellas el manejo defensivo, que implica que manejar no es solo lo que hace uno sino que se debe intuir qué puede producir el resto de los conductores.

Ramón
Vía correo electrónico


Las carreteras están deshechas, la ruta 9 es angostita para todo el tránsito que hay en verano, son carreteras asesinas. En las ciudades, las calles están llenas de pozos. Esto es lo primero; ¡basta de echarnos la culpa de todo!

Hace 10 años que se venden miles de autos y motos, y no se adecua la infraestructura.

Mercedes Oxacelhay
Vía correo electrónico


Como en todo, las causas son múltiples.

1 – Velocidades más altas en los vehículos actuales.

2 – Rutas en mal estado, y aquellas en buen estado mal señalizadas.

3 – No acompaña la cantidad de controles en ruta; solo en pocos puntos se controla realmente la velocidad.

4 – Yo renové mi libreta hace un año en 20 minutos en un escritorio; nadie me preguntó o evaluó como conductor.

5 – Entradas y salidas de rutas hacia caminos laterales no están señalizadas.

6 – Las motos han logrado un récord digno de Cavani o Suárez: casi un muerto por día en el 2016.

Gustavo A. Calvo
Vía correo electrónico


Son llamativos los resultados de la siniestralidad en el Dpto. de Rivera, donde se aplican las sanciones rígidamente a los transgresores. Los resultados son impactantes. ¿Por qué no se hace en el resto del país?

Alberto Rodríguez Alvez
Vía correo electrónico


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