Desde la audiencia, Marie reivindica el origen cristiano de esta semana y reclama la instalación de una imagen de la Virgen María en la rambla montevideana.
El Viernes Santo conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. Las imágenes y el relato evangélico conmueven las entrañas y los sentimientos religiosos de una buena parte de la humanidad. El modo como asesinaron a Jesús, en una cruz, injustamente condenado y salvajemente azotado, representa un horror para cualquier ser humano más allá de sus creencias.
Ya se acercan los silencios interiores, que van preparando el corazón de los creyentes en la cercanía de lo medular de la Semana Mayor del cristianismo. No obstante, constatamos con gran pesar que año a año nos invade una ola de indiferencia creciente, que muchas veces llega a ser ofensiva frente al hecho religioso central, que es vivir la Semana Santa.
Será por ideología o por pura ignorancia que la sociedad uruguaya se organiza desde el consumo y el placer. Se reivindica la Semana de Turismo, y se la mezcla con el pescado (muy elaborado) del Viernes Santo y los huevos de chocolate del domingo. Todo muy confuso.
Hoy les propongo dirigir la mirada sobre María, la Madre de Jesús, en su camino en el Calvario. Marcha callada y sufriente. En medio del dolor, del abandono, de la cárcel, de la enfermedad, seguro encontraremos una mujer brindando consuelo. Aceptando con dignidad lo que no se puede modificar.
Los católicos honramos a María y la reconocemos como la más grande de todos los santos; es así que la llamamos María Santísima y solicitamos su intercesión especial para el alivio de tanto pesar. También le damos gracias por tanto bien recibido. Por este motivo, la devoción a la Virgen María es tan importante para la vida espiritual de tantas personas.
Tal vez, en esta Semana Santa tengamos la fortuna de que la Junta Departamental de Montevideo reflexione, y la bancada oficialista medite bien si va a seguir adelante con el voto negativo y en bloque, sobre la instalación de una imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo.
Más que el seguimiento de la "disciplina partidaria", se asemeja más al acatamiento de la "obediencia debida" de triste memoria. En temas de conciencia y razón ambas son inadmisibles y serían un signo flagrante de intolerancia.
Marie González
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