Por Mariana Wainstein ///
“Fíate de la Virgen y no corras”
Refrán popular español
En España a Mariano Rajoy lo acusaron desde sus propias filas y desde la oposición de ser un "Don Tancredo". Esto hace alusión a una figura taurina en la cual el torero recibe inmóvil al toro parado sobre un pedestal en medio de la arena, y todo pintado de blanco, apostando a que si se mantiene así el toro no habrá de embestirlo porque lo confundirá con un objeto inanimado. Finalmente el toro se apaciguará dando vueltas al ruedo y el torero saldrá airoso.
Pero la inmovilidad no da votos cuando la izquierda populista parece venir a por todas; y las encuestas parecían confirmar los temores. ¡Algo hay que hacer!, decían los partidarios de la centroderecha. Por otra parte, el Partido Popular (PP) se mostraba desgastado por haber tenido que hacer frente a la crisis –que le legara el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero– con fuertes recortes y ajustes impopulares. A su vez incidía en su contra la cantidad de casos de corrupción que hasta hoy comprometen a muchas de las figuras pepistas de gran impronta. A la vista está que a Rajoy le fue bien en su apuesta, fue un buen Tancredo.
Nuestro Tancredo vernáculo se llama Danilo Astori –aunque en buena medida el presidente Tabaré Vázquez sabe practicar el tancredismo, según mostró en su primera presidencia–. Convengamos en que es una figura arriesgada, y depende en gran medida del toro, de su bravura y de su propensión a ser engañado. No debemos olvidar, sin embargo, que los uruguayos prefieren el fútbol a la tauromaquia, y a un golero que practique el tancredismo no le va a ir muy bien.
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La política a escena es el blog de dramaturgia política de Mariana Wainstein. Actualiza los jueves.