Por Ricardo Soca ///
Pieza de metal, generalmente redonda y con un relieve en cada cara, a la que se le asigna un valor económico determinado y se emplea como medio legal de pago.
Este vocablo tiene una larga historia que arranca de la antigua Roma, hacia del siglo IV a. de C., mucho antes de su esplendor imperial. La casa donde se acuñaba moneda en Roma estaba situada al lado del templo de la diosa Juno, bajo cuya protección estaba.
El historiador Livio Andrónico le dio a la diosa el sobrenombre Moneta, después de que los gansos que vivían alrededor del templo, en el monte Capitolio, advirtieran a los romanos con sus graznidos de un ataque sorpresivo de los galos para que pudieran defenderse a tiempo. Avisar en latín es monere (de donde provienen palabras como admonición y monitor). A partir del aviso de los gansos, los romanos, agradecidos, llamaron a la diosa Juno Moneta, equivalente a la Hera de los griegos.
Como su templo estaba al lado del lugar donde se fundían los denarios (de ahí, dinero), las monedas tomaron el nombre moneta.
Yendo un poco más atrás, los orígenes del verbo latino monere podemos hallarlos en la propia prehistoria de la humanidad, en la raíz men- usada por los pueblos que dieron origen a la mayor parte de las lenguas que se hablan hoy desde la Península Ibérica hasta la India.
Grageas de lenguaje
¿Cuál es la forma correcta, undécimo o décimo primero?
Ambas formas son correctas. También se puede decir decimoprimero. Note que no es adecuada como ordinal la palabra onceavo, que a veces se oye y que no se refiere a orden sino a ‘cada una de las once partes en que se ha dividido un todo’.