Por Ricardo Soca ///
Nombre de una planta herbácea, de la familia de las compuestas, y también de su flor, que tiene pétalos blancos y es amarilla en el centro. La palabra llegó al español a través del latín margarita, esta procedente del griego margarites, que significaba «perla».
Entre los romanos, la mujer que negociaba perlas era llamada margaritaria, mientras que los joyeros eran margaritarius. Asimismo, Plinio denominó margaritifer a las colonias de ostras donde se encontraban perlas.
En los poemas de Berceo, en el siglo XIII, la flor amarilla y blanca era llamada perla, mientras que el nombre margarita se usó en cierta época para designar la formación nacarada de las ostras.
No es de extrañar, pues, que la isla de Margarita, situada frente a la costa de Venezuela, fuera bautizada con ese nombre por ser un venero de perlas que, durante mucho tiempo, pareció inagotable, como contó el poeta y escritor venezolano Aníbal Nazca (1928-2001): "Desde los días de la Conquista y hasta no hace mucho, la Isla de Margarita fue uno de los lugares que producía más y mejores perlas en el mundo. Por eso los españoles la bautizaron con ese nombre: Margarita, que significa precisamente perla."
En latín medieval, la flor se llamó también solis oculus ‘ojo del sol’, expresión que fue traducida al inglés antiguo como daeges eage ‘ojo del día’, y que sobrevivió en esa lengua, primero como day’s eye, y luego, hasta hoy, como daisy.
Grageas de lenguaje
¿Está bien la separación silábica ae-ro-pla-no?
Respuesta: La separación silábica es a-e-ro-pla-no porque ae forma hiato, no diptongo. Sin embargo, a final de renglón la separación que usted propone es la adecuada, puesto que no puede quedar una vocal sola a final de una línea.
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.