Por Ricardo Soca ///
En nuestros días se suele llamar vanguardia a los movimientos o tendencias que buscan incorporar a las artes elementos nuevos, con frecuencia de carácter experimental, en la estructura de sus obras. Es diferente, por tanto, del arte moderno, que ya ha sustituido tendencias obsoletas y ha sido incorporado por la sociedad.
En política se llama vanguardia a los partidos y movimientos que proponen formas nuevas y diferentes de organización de la sociedad y de distribución de la renta. Así pues, una característica de la vanguardia —sea en artes plásticas, música, literatura o política— es su oposición, generalmente radical, a las formas vigentes.
En su origen, vanguardia era un término militar, una acepción que también existe hoy en nuestra lengua y que designa a los pelotones de tropa que marchan delante, abriendo camino para el resto de los soldados. Con tal sentido surgió en Francia en el siglo XII, como avant-garde, término formado por avant ‘delante de’ y garde, voz registrada en francés en el siglo XI, derivada del verbo garder, que se originó, a su vez, en el germánico wardon ‘proteger’, procedente del indoeuropeo wer- ‘percibir’, ‘mirar’.
Avant-garde aparece en español en 1375 como avanguardia. En 1611, figura en el Tesoro de la lengua castellana, de Covarrubias, ya como vanguardia, definido como ‘término militar, la guarda de delante’. En los diccionarios de la Real Academia Española figura como avanguardia desde el de 1726 hasta el de 1992; mientras que el actual vanguardia se registra por primera vez en el de 1739. En portugués, se verifica en el siglo XV como avomgouarda, y más tarde avanguarda; en italiano, como avanguardia; en catalán, como avantguarda, y en inglés, como vanguard.
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.