Foto: JAVIER SORIANO / AFP
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, volvió ayer a presidir el Consejo de Ministros y retornó a una cierta normalidad luego de tener al país en vilo por varios días.
Hace una semana, el líder del Partido Socialista y Obrero Español publicó una carta en la que informaba a la ciudadanía que iba a suspender su agenda y tomarse algunos días para reflexionar sobre la posibilidad de renunciar a su cargo.
El motivo eran, según escribió, los ataques que estaba recibiendo desde la oposición su esposa, Begoña Gómez. El día en que Sánchez publicó la misiva, se supo que Gómez sería investigada por la Justicia por cargos de corrupción.
Sánchez señaló en la carta que la denuncia en contra de su mujer provenía de una organización “ultraderechista”, y sostuvo que era el último paso en una “operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire” orquestada desde filas opositoras, con el objetivo de hacerlo “desfallecer en lo político y en lo personal”.
“Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es: ¿merece la pena todo esto?”, escribió Sánchez entonces.
El hecho causó un terremoto en España, tanto por las preguntas que planteaba sobre la política actual y hasta dónde puede llegar la dureza de los ataques que a veces se cruzan oficialistas y opositores, como por el misterio que había en torno al paso que daba el Presidente.
El lunes, finalmente y tal cual lo había anunciado, Sánchez compareció ante los medios e informó a qué conclusión lo habían llevado sus días de reflexión.
"He decidido seguir, seguir con más fuerza si cabe al frente de la Presidencia del Gobierno de España. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo. Por eso, asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades. Asumo la decisión de continuar con más fuerza si cabe al frente de la Presidencia del Gobierno de España.
Solo hay una manera de revertir esta situación, que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo. Porque esto no va del destino de un dirigente particular, eso es lo de menos, se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser".
En su discurso, Sánchez aseguró que las estrategias que llamó de “fango” no eran patrimonio exclusivo español, sino parte de un “movimiento reaccionario mundial”. Llamó entonces a los españoles a “mostrarle al mundo cómo se defiende la democracia”.
No anunció ninguna medida puntual en ese sentido.
Y la jugada provocó críticas de casi todos los frentes, incluida la coalición que sostiene al presidente en el Parlamento.
Las críticas más feroces fueron las de Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, principal opositor de derecha, que ayer anunció que exigirían una comparecencia del Presidente ante los legisladores.
Según Feijóo, detrás de las palabras de Sánchez hay otra intención.
"Lo que más me inquieta es lo que se esconde detrás de las amenazas a la libertad directas o indirectas que provienen del Gobierno. Estamos ante un presidente acorralado por la presunta corrupción de su gobierno, de su partido y de su entorno. Y en esta situación lo honroso verdaderamente habría sido explicarse, disculparse y marcharse. Sin embargo, por lo que ha optado es algo muy distinto y muchísimo más peligroso. El señor Sánchez se retiró para preguntarse si merecía la pena seguir y reapareció anunciando que lo que va a hacer es perseguir a todo aquel que ose cuestionarle".
¿En qué puede terminar esto? ¿Puede perder respaldo político Sánchez, un dirigente hábil que ha sabido rehacerse una y otra vez?
Profundizamos En Perspectiva en este llamativo episodio con Homero Fernández, periodista uruguayo radicado en Barcelona.