FA critica cambios en norma sobre empaquetado y etiquetado de cigarrillos
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Varios dirigentes del Frente Amplio criticaron ayer el decreto firmado la semana pasa por el Presidente Luis Lacalle Pou, que flexibiliza normas relativas al empaquetado y el etiquetado de cigarrillos.
La norma modifica el decreto reglamentario de la Ley de Protección del Derecho al Medio Ambiente Libre de Humo de Tabaco y su Consumo, y tiene como objetivo combatir el contrabando de cigarrillos.
Por un lado, el nuevo decreto reintroduce en el mercado la cajilla de cigarrillos blanda. Según argumenta el Ministerio de Industria (MIEM) en el texto, la cajilla blanda ha sido tradicionalmente la de mayor venta en el mercado. Pero como su comercialización estaba prohibida por ley, los consumidores recurrían a cajillas blandas ingresadas al país por contrabando. Con el cambio, argumenta el MIEM, la industria tabacalera uruguaya va a poder “competir más efectivamente” con las cajillas blandas que ingresan mayoritariamente a Uruguay de forma ilegal.
Por otro lado, el decreto permite a los fabricantes incluir cualquier logotipo o identificación propia en el filtro del cigarrillo, de modo que las marcas van a poder diferenciarse entre sí, y distinguirse de los cigarrillos de contrabando.
El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, aclaró que su cartera no intervino en el decreto. De todas maneras consideró que los cambios no van a incidir en el consumo del cigarrillo porque los pictogramas de advertencia en las cajillas seguirán incluyéndose como hasta ahora, así como seguirá vigente la prohibición de publicidad de los productos de tabaco.
«La caja blanda genera mucho contrabando. Y el contrabando genera falta de control de calidad del producto y otro tipo de perjuicio que a nosotros no nos corresponde. La iniciativa fue del MIEM, tomamos conocimiento, firmó el ministro interino Satdjian, pero pensamos que no es lesivo en los derechos de información del consumidor».
Desde el Frente Amplio, en cambio, cuestionaron el decreto
La diputada Cristina Lustemberg advirtió que para combatir el contrabando de cigarrillos se debilita una medida de protección a la salud de los uruguayos que, dijo, “ha demostrado se reficaz para reducir el consumo de tabaco” y que ha colocado a Uruguay como “ejemplo a nivel mundial”.
“Este decreto, genera un claro retroceso entre la política antitabaco que históricamente nuestro país tiene, desde la firma del convenio marco en el año 2004 y todas las políticas implementadas hasta ahora. No compartimos que para combatir el contrabando sen estas las medidas porque impacta en la salud de los uruguayos.»
La Tertulia de los Jueves con Martín Couto, Cecilia Eguiluz, Daniel Supervielle y Esteban Valenti.
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6 Comentarios
Se supone, digo, que si uno siente un dolor físico, acude al médico y no al abogado.
De igual modo, si existe problema con el contrabando sería prudente mejorar la aduana en lugar de darle changuí a la tabacalera, que justo puso dinero para la campaña electoral y con la cual se mantiene amistad con directivos de la misma.
El mundo y no refiero al común de las personas, mira estos gestos, como miró el pasaporte al preso y antes, la flexibilización del movimiento de dinero…
Estimado Juan,
El tema de mejorar la aduana no se nos dio ni durante la dictadura. El contrabando es casi que la identidad del Uruguay, porque en el fondo es una frontera, nació para eso. Normalmente en la vecindad todo es más barato. El día que los cigarrillos vengan de Brasil, las cajillas van a seguir las normas brasileñas, no las nuestras. Y ahí ya no importará nada de esta discusión. Por otro lado es incomprensible el interés de las tabacaleras en que las cajillas sean blandas, porque el que fuma cigarrillos locales los va a fumar en cualquier envase. Probablemente les ganen unos vintenes a las cajillas porque sean más baratas.
Le comento que estoy asombrado del nivel de indignación que el ciudadano promedio que escucha este programa parece tener frente a algo de tan dudosas consecuencias. Y mire que no fumé jamás ni tabaco ni marihuana ni ninguna planta. Sólo soy fumador pasivo de humos de escapes, como buen citadino (cosa que por cierto es inevitable y también dañina para los pulmones). Felizmente aún en mi juventud ya se sabía que era malo para la salud y esa información llegó a mis oídos a tiempo y decidí no fumar. Con otros vicios como el alcohol, el café o el mate no hice lo mismo.
Estamos como sociedad al nivel del «temperance movement» durante la ley seca. Escuché a Couto decir que fuma porque es un salame y me dieron ganas de llorar. ¿Enserio se cree un salame porque fuma? Le falta ponerse un cilicio para purificarse del pecado. Alguien que tiene una adicción lo que tiene es un problema de salud, no menor capacidad intelectual que el resto. Pero más aún: ¿Cuánta gente sabe que tomar mate con agua hirviendo aumenta sus probabilidades de desarrollar cáncer de esófago y lo hace igual porque le gusta más? Por lo que veo no me van a creer, pero hay gente que elige darse satisfacciones sensoriales inmediatas aún a costa de su salud en el mediano plazo. En eso se basa buena parte de las «porquerías» que consumimos como si fueran alimentos, por ejemplo. Nos hacen mal pero nos dan placer… esa sensación cada vez más esquiva a medida que la vida nos llena de ansiedad.
Leonardo, quizás algún día, café mediante, pueda contarle historias del contrabando reciente que conozco de 1ra mano, su estrecha relación con el poder, también alguna historia del narco con la misma dinámica.
No faltan tampoco en mi experiencia de vida conocimiento de relaciones non sanctas del poder fáctico legal con el poder gubernamental, constitucional y del otro.
Éste medio de intercambio, por motivos obvios, no es adecuado para narrarle tales delicados temas.
En el fondo de la cuestión hay una cuestión filosófico civilizatoria para nada menor, una lucha ganada desde la óptica del valor de la salud por sobre el del lucro salvaje.
Saludos fraternos.
Estimado Juan,
Mi posición es la misma que para la marihuana, la cocaína, el alcohol, la comida chatarra: no hay que prohibir, hay que informar y educar, hay que permitir y de hecho cuidar que hayan proveedores nacionales para poderlos regular y cobrarles impuestos. También hay que invertir en ayudar al que quiere dejar la adicción con las mejores técnicas disponibles y la forma más sostenible de financiar esos tratamientos es que los pague el propio consumo con sus impuestos. Y sobre todo, jamás hay que atribuirle un valor moral a las adicciones, cosa por la que siempre pasamos a escasos milímetros cuando nos volvemos cruzados de una cierta causa. Nadie es más o menos moral por lo que consume ni por lo que tolera el consumo de los otros. Son circunstancias de la vida que hay que entenderlas dentro de la fragilidad emocional y la angustia que a menudo nos cala los huesos. Tal vez falte estoicismo y se haría mucho en protegernos de las adicciones si esa visión profundamente humanista y pragmática nos fuera inculcada en la educación desde pequeños. El vacío filosófico que tenemos la población general junto al refrito nihilista, caótico y posmoderno que abrazan las elites intelectuales no ayudan en nada a recentrarse a sí mismo.
De la corrupción relacionada al contrabando y de sus vínculos con los gobiernos es también de lo que yo le hablaba. Si estamos de acuerdo en que al narcotráfico le da sentido y rentabilidad la prohibición, para el tabaco no será muy diferente si la producción local desaparece o se vuelve incapaz de competir con el contrabando. Mi convicción es que a la corrupción la hace el mercado negro y no alrevés. Lo que hay que evitar es que el mercado negro sea negocio. No entiendo porqué gente que piensa de esa forma para la cocaína o la marihuana no cree lo mismo para el tabaco.
Una anécdota un poco más vieja: Si se acuerda del famoso episodio del reto a duelo de Clavería a Fassano, todo empezó con una nota que publicó La República en la que se denunciaba que el inspector Clavería usaba vehículos propios para hacer contrabando al mismo tiempo que era inspector general de policía durante el primer gobierno de Sanguinetti. Ese triste episodio del reto a duelo al menos sirvió para que se empezara a discutir la derogación de la ley de duelos (¡esa que Valenti tanto echa de menos!). Esos rumores siempre están y de hecho pocas veces culminan donde deberían, que es en un proceso judicial con condena o absolución.
Saludos cordiales.
Es posible que yo no haya sido claro, estamos hablando de cosas diferentes, muy diferentes, usted de una y yo de otra.
Saludos.
Es posible sí que no hayamos sido claros. Yo al menos intenté quitarle toda importancia a esos aspectos cosméticos de una estrategia efectiva para disminuir el consumo de tabaco. Creo en cambio que hay otros que sí importan, como la prohibición de hacer publicidad para alentar su consumo. Ojalá se siguiera el mismo ejemplo con otros consumos dañinos para la salud, que por cierto muchas veces intentan asociarse al deporte y la vida sana.
No estoy calificado para saber si lo que dicen las tabacaleras es cierto respecto a su posicionamiento en el mercado frente al contrabando y las consecuencias que la cajilla blanda tendrían. Lo que sí digo es que hay un razonamiento a mi juicio ingenuo y peligroso que hay que evitar: la idea de que si les va mal a las tabacaleras locales mejor, porque así desaparece el tabaquismo. Los mercados negros no se pueden regular, así que ojalá que todos los cigarrillos que se consuman en Uruguay estén sujetos a la legislación uruguaya y paguen impuestos en Uruguay.
En fin, le agradezco como siempre sus argumentos. Saludos cordiales.