¿Hay un “activismo extremo” en alza? ¿Son eficaces las huelgas de hambre o los encadenamientos?
Foto: Ricardo Antúnez / adhocFOTOS
En pocos meses hemos visto a personas que aquí y en el mundo recurren a métodos extremos para hacer saber una opinión o un reclamo.
Por ejemplo, esta semana aquí en Uruguay una pareja se encadenó e inició una huelga de hambre frente a la Torre Ejecutiva reclamando respuestas por el robo de su perro, que les fue devuelto el miércoles.
Durante el mundial de Qatar, varios hinchas entraron al terreno de juego para reivindicar alguna causa, por ejemplo, los derechos de la comunidad LGBT. Por decisión de la FIFA, ninguno de esos hinchas apareció en la trasmisión oficial.
Unos meses antes, activistas ambientalistas arrojaron sopa a una pintura de Van Gogh en Londres para alertar sobre el calentamiento global.
¿Resulta eficaz este tipo de activismo? ¿Hay una escalada en las acciones que se llevan adelante para llamar la atención de los medios y emitir un mensaje reivindicativo?
La Tertulia de los Viernes con Raúl Cohe, Natalia Costa, Juan Grompone y Javier Mazza.
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3 Comentarios
Visibilizar un activismo es tarea harto fácil, por ejemplo, alcanza con recalentar el tuco con llama viva sin importar que se quemen la cacerola y los tomates.
Visibilizar la causa del activismo es un arte, pero no cualquier arte, es un arte que necesita que su causa sea decente y sus métodos acordes a tal necesidad.
De no serlo, se puede quedar uno con el manubrio de la bicicleta en las manos y sin pedales en los pies.
Hay una intoxicación de emociones e irracionalidad en el espacio público. Los activismos a veces exasperan y generan exactamente lo contrario a lo que buscan. Hay activismos transversales y ajenos a los verdaderos conflictos de la sociedad: los medios de producción y las formas de apropiarse de sus resultados. Hay activismos de gente que se cree subida a un pedestal moral. Hay activismos que consisten en tomar un problema real y complejo, pero desde una perspectiva pueril. Just stop oil es uno de estos últimos. La palabra «just» para el desafío tecnológico y civilizatorio más grande que se le presenta a la humanidad no parece apropiada, excepto que quien lo diga sea un niño. Pedir que de una vez los adultos apliquen soluciones sencillas y evidentes a problemas complejos es bien cosa de las que todos hicimos cuando niños. Hacerlo de adultos es otro tema, probablemente propio de este siglo en el que las masas se alejan cada vez más de la razón.
Somos hijos de la era del petróleo y no sólo por la energía que sacamos quemándolo: los cosméticos, las pinturas, los adhesivos, los lubricantes, las correas y en general el caucho sintético, la ropa, los aparatos del hogar, los aislantes, la computadora o el celular que usan los activistas para publicar sus proclamas, todo eso tiene «oil». La tintura roja para el pelo, la tinta para estampar las remeras, el tejido mismo de esas remeras, todo eso tiene «oil». Incluso la lata de tomate que le tiran al cuadro, seguramente en su cadena de producción incorpora de alguna forma «oil».
El mundo pos petróleo es inimaginable aún, el tiempo se va terminando y sin dudas es importante pensar a qué clase de industria y a qué niveles de confort se puede razonablemente aspirar en una sociedad sin petróleo. Eso requiere decisiones políticas y también mucho trabajo científico. Se trata nada menos que de retirar del sistema productivo una materia prima que está en todas partes y eso es como desarmar un castillo de naipes. La superación de la era del petróleo llegará por la razón o no llegará.
Just a question: Todos en mayor o menor medida imaginamos que un futuro sin petróleo será muy electrificado. Más allá de cuál será la forma de producir toda esa energía eléctrica sin quemar petróleo ni carbón (que a los efectos climáticos es lo mismo), hay una pregunta que me toma por asalto: ¿cómo se aisla un cable sin usar petróleo? Cuando yo era chico todavía había cables forrados de tela, concretamente creo que se usaba un tejido de algodón y algo que unía los hilos de algodón, a veces caucho y otras alquitrán. En mi casa de niño, por ejemplo, teníamos esa instalación y un día se nos prendió fuego. Más allá de que el caucho, si es sintético, tiene petróleo y que el alquitrán es petróleo, está el tema de que esos cables tenían un forro altamente inflamable (y que se degradaba con el tiempo, siendo una fuente eterna de cortocircuitos). Luego llegaron los forros plásticos, que trajeron durabilidad y permitieron desarrollar algunas variantes resistentes al calor e incluso que no se queman fácilmente (los cables «antillama»). Entonces, va mi pregunta: ¿alguien sabe de qué van a estar forrados los cables de esa sociedad altamente electrificada y sin petróleo? ¿De fibras naturales? ¿Serán antillama o pasaremos a tener una altísima incidencia de incendios de origen eléctrico? ¿Qué tan costosos serán de producir? Esa es apenas una posible pregunta para hacerse «before stopping oil».