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Entrevista central, lunes 13 de febrero: Rodrigo Arim

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EC —La primera pregunta que surge es: ¿por qué se les asegura esta renta básica universal a todos? Entendido que se trata de que todos tengan un mínimo de ingreso, no es tan obvio que quien tiene un trabajo, y sobre todo quien tiene un muy buen trabajo, con un alto sueldo, también reciba esa renta básica. O que quien tiene una fortuna y se dedica a la actividad empresarial y tiene varios emprendimientos también lo reciba. ¿Por qué a todos?

RA —Hay dos tipos de argumentos. El primero, que citan varios autores –voy también a la parte instrumental–, tiene que ver con la facilidad. El Estado invierte muchos recursos en identificar si los sujetos que las leyes establecen como beneficiarios de transferencias cumplen con las condiciones requeridas. Hay un primer elemento que tiene que ver con la instrumentación que dice: a todo el mundo se le pasa un recurso. Es una política absolutamente transparente, no requiere un esfuerzo burocrático relevante, es fácil de controlar –de hecho no exige prácticamente ningún tipo de control–, por lo tanto es una política de corte universal que asegura a su vez que el ingreso en términos porcentuales aumenta más en los sectores más bajos de la sociedad, porque en términos relativos importa más ese ingreso que el resto, y evitamos el conjunto de trabas de corte más burocrático.

Segundo argumento de corte instrumental, que es parte de lo que hoy está intentando probar Finlandia: cuando uno interviene y genera transferencias condicionadas a cierto tipo de características de los individuos o sus conductas, los individuos reaccionamos frente a esa situación. Pongo un ejemplo que es el que hoy está intentando evaluar Finlandia. Cuando las transferencias vinculadas al seguro de desempleo presuponen que la persona pierde ese beneficio ni bien consigue empleo, eso puede generar un incentivo relativamente perverso: si la persona consigue un empleo de corta duración su mejor respuesta es no aceptar ese empleo porque implica perder ese ingreso y a su vez entrar en una situación de cierta inseguridad laboral que no le asegura después retornar a ese beneficio. O al revés, va a trabajar por una pequeña diferencia entre un ingreso que proviene del mercado y el ingreso que proviene de la seguridad social. Eso genera incentivos que están relativamente asentados en la literatura de que puede ser problemático desde el punto de vista de la transferencia. Cuando uno no condiciona la transferencia, cuando uno no está poniendo recursos a disposición de las personas en función de su conducta, evita este tipo de situaciones.

EC —Pero ¿por qué se lo lleva al extremo de que también van a recibir esa renta básica universal quienes no la precisan para nada?

RA —Eso es parte de la discusión de quienes tienen dudas respecto a su aplicación. Y debe necesariamente complementarse con otros instrumentos de política. Si uno tiene un sistema progresivo de impuesto a la renta y la línea de base de la renta básica universal constituye también un ingreso gravable, en la tasa marginal, quienes están en la cola de arriba de la distribución no van a recibir el 100 % de la renta básica universal, sino la diferencia entre la tasa marginal y ese valor. Entonces el impuesto a la renta –y es parte de lo que algunos de los que proponen esta medida sostienen– en articulación con la renta básica universal asegura que la transferencia tenga un perfil mucho más distributivo de lo que sería originalmente, simplemente como una flat rate, una tasa básica igual para todo el mundo.

EC —La idea tiene décadas, muchas décadas…

RA —A esta altura, siglos.

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