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Entrevista central, lunes 13 de febrero: Rodrigo Arim

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EC —¿Cómo es esto último?

RA —Uno puede establecer un piso en el momento cero de la renta básica universal y establecer una regla de ajuste por la cual su evolución vaya creciendo en función del aumento de la productividad promedio de la sociedad. Eso asegura que el cambio tecnológico –eso es la productividad– tenga cierto nivel de distribución en la sociedad, independientemente de cuál sea el estatus laboral o la capacidad de inserción laboral de las personas. En ese sentido es un instrumento relativamente atractivo, por su simplicidad y porque tiene una implicancia distributiva fuerte. Independientemente del contexto de la sociedad, asegura que buenos resultados macroeconómicos agregados sean distribuidos. Este es el primer condicionante.

El segundo condicionante, a mi entender no menos importante, tiene que ver con cierto nivel de desconformidad sustantivo con el funcionamiento de los sistemas de seguridad social y protección social. Los sistemas de seguridad social bismarckianos, que están muy asentados fundamentalmente en Europa continental, pero en general en el mundo desarrollado, están sostenidos en dos supuestos.

Un supuesto es el que acabamos de mencionar: las personas tienen un trabajo estable, ese trabajo estable es para “toda la vida” o hay pocas transiciones a lo largo de la vida, por lo tanto hay pocos espacios y vacíos en los procesos de aporte a la seguridad social. Ante ciertas contingencias –el desempleo, la edad, la enfermedad–, la seguridad social cubre, la persona vuelve a su puesto de trabajo y tiene una cobertura perfecta ante esas continencias posibles o riesgos más contingentes.

El segundo supuesto es el de familias establece, según el cual la familia es un arreglo que dura casi lo mismo que el puesto de trabajo: las personas se casan, tienen hijos, viven juntas y cuando ambos miembros llegan a cierta edad, fundamentalmente la mujer, están cubiertos por su historia laboral o por la historia laboral de su pareja. Pero la sociedad ha cambiado, demográficamente ha cambiado, los propios sistemas de seguridad social están en cuestión por esta razón, y también porque cambiaron las reglas de convivencia y los arreglos familiares preponderantes. Y han cambiado también las reglas de juego en el mercado de trabajo.

Esos sistemas que tenían un nivel de cobertura muy importante con esos supuestos dejan de tenerlo con los nuevos supuestos. Hay un sector importante de la sociedad que no tiene una cobertura razonable desde el punto de vista de la transferencia de ingresos. Los sistemas de seguridad social, que son parte central de la caída del nivel de desigualdad en el mundo desarrollado luego de la segunda guerra, dejan de cumplir ese rol y dejan de cumplir el rol de sostener en situaciones de contingencia a una proporción importante de la población.

Entonces, si uno combina cambio tecnológico con esta situación, la respuesta natural es que deberíamos construir instrumentos de política nuevos que den respuesta a esto. Y la renta básica universal tiene una enorme ventaja con respecto a esto: no está atada ni a la historia laboral de las personas, pero tampoco a su adscripción al mercado de trabajo, como sí están atadas las prestaciones de seguridad social hoy.

EC —Esta es una idea que se ha promovido desde la izquierda, pero no es solo de izquierda, ¿no? ¿Qué orígenes tiene? ¿Cómo se la puede ubicar ideológicamente?

RA —Es una idea que ideológicamente parece estar cercana a la izquierda por su vocación de universalismo, su preocupación por la equidad, por tener igualdad de condiciones para llegar a ciertos estándares mínimos de vida.

EC —En este momento la está promoviendo en Francia el candidato del Partido Socialista.

RA —Pero en Finlandia la está impulsando un partido conservador con la oposición de la principal central de trabajadores.

EC —Allí la central de trabajadores se opone.

RA —No está a favor de este tipo de cosas. En Francia, la propuesta parecía venir de la centroizquierda; en Glasgow, en Escocia, donde también se va a discutir, hay un gobierno laborista, también proveniente de la izquierda. En Ontario, en Canadá, donde aparentemente este año va a haber un nuevo intento de construir una renta básica universal en un área importante del país, está sostenida por un gobierno de corte más conservador. La estructura de sostén va variando. También varía en función del diseño específico.

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