
EC —¿Algún ejemplo?
RA —Cuanto más sofisticados sean los ciudadanos desde el punto de vista financiero, más sencillo es mezclar gastos del hogar con gastos de la empresa para el propietario de la empresa. Eso es parte de las reglas de juego que aceptamos los uruguayos y se acepta generalmente. También las transferencias que están asociadas al subsidio a la jubilación –porque la jubilación uruguaya no se sostiene solamente por el aporte de los trabajadores– son sin contrapartida, y creo que es correcto que sea así.
El punto es: la condicionalidad no es una condición sine qua non, en realidad hay buenas razones para pensar que, aun sin ir a un esquema de renta básica universal, debería existir, por ejemplo, un esquema de contribución social a la infancia que no tenga una contrapartida. Eso existe en el mundo y está relativamente generalizado en los países nórdicos con mucha claridad; otros países son más cautos al respecto, pero instrumentos no condicionados de transferencias no contributivas existen. Entonces creo que es importante, y creo que la noción de renta básica universal nos ubica en una discusión de esa naturaleza, que el Uruguay piense si corresponde o no condicionar todas las contribuciones que el Estado realiza a las familias.
Por supuesto que puede haber comportamientos no deseables, por supuesto que puede haber usos alternativos que son más deseables, pero la condicionalidad por sí no asegura en particular resultados adecuados, y a nivel internacional muchas veces no es la condicionalidad sino el nivel de transferencias lo que logra en promedio unos resultados deseables.
EC —¿Qué efecto puede tener en la economía el comienzo de un sistema como este en el que el Estado inyecta tanto dinero? Hay oyentes que preguntan por el impacto inflacionario.
RA —Es una preocupación sana. De hecho, parte de la oposición que hay en Finlandia proveniente de la central de trabajadores paradójicamente tiene que ver con su potencial efecto inflacionario. Pero el efecto inflacionario de este instrumento tiene que ver, nuevamente, con su diseño. Si se diseña exclusivamente sobre recursos nuevos y sostenidos sobre déficit fiscal, va a generar un proceso inflacionario; si se diseña a partir de repensar todo el esquema de transferencias y los esquemas tributarios, sin que implique un impacto importante en el déficit fiscal, puede tener otro impacto. Tiene mucho más que ver con el diseño que con el hecho de que se coloque un recurso. Es mucho más una política redistributiva, que lo que hace es traspasar recursos de un segmento de la sociedad a otro, que una política que necesariamente implique un impacto de demanda agregada con una contrapartida desde el punto de vista de la oferta.
EC —¿Puede implementarse en un país y no en todos? ¿No se genera, en el país que lo pone en marcha, un efecto inmigratorio complejo de manejar?
RA —Esa es una preocupación que aparece en la discusión pública en los países que están discutiendo esta posibilidad. Tiene que ver también con las condiciones de acceso, de ciudadanía, de permanencia en el país, qué tiempo se les exige a las personas para poder percibir el derecho. Hay otra vertiente que más que renta básica universal no condicionada habla de renta de participación, le damos a todo el mundo siempre y cuando trabaje o estudie o genere cuidados en el hogar, que haga un aporte a la sociedad, que puede no ser mercantil. Hay varios esquemas que van al encuentro de este tipo de dificultades, que son parte de lo que podría suceder si se implanta en un país determinado y no en un contexto un poquito más amplio.
EC —Otro oyente dice: “Si la renta básica universal es tan interesante, ¿por qué lleva tres siglos de estudio sin aplicarse realmente?”.
RA —Hay varios casos de políticas públicas que han sido esbozadas y no aplicadas por mucho tiempo que finalmente encuentran un momento en la historia de los países en que pueden ser viables. Repito, hay que discutir esta política en el contexto de las prioridades de la sociedad, puede no ser prioritaria, pero comienza a tener un atractivo por las características de la sociedad que mencionaba antes: el cambio tecnológico y los cambios en los procesos y las reglas de acceso a la seguridad social, que obligan a construir una malla de protección social con algunas características distintas, en la que estar protegido o no no puede depender exclusivamente de cuál es la adscripción de las personas o las familias en ciertos ámbitos sociales como es el mercado de trabajo.









