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Entrevista central, lunes 30 de mayo: Sandra Nedov

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EC —¿Cómo resulta para usted como alcaldesa, cómo resulta para las autoridades municipales, cómo resulta para los vecinos el hecho de convivir no solo con un contexto socioeconómico muy deprimido, sino con esta otra variante después superpuesta que son las bandas de narcotraficantes? Recuerdo una entrevista que le hacía a Luis Mendoza, que entonces era coordinador ejecutivo de la Jefatura de Policía, en febrero de 2010, y él señalaba “en Marconi hay una disputa de bandas de narcotraficantes”.

Y El País dice este fin de semana: “A los investigadores de la Policía les llamó la atención la preparación que demostraron los participantes de la asonada: tenían prontos de antemano los cócteles molotov que usaron para destruir vehículos”.

¿Cómo es para ustedes el día a día sabiendo que están estos otros actores jugando?

SN —Para nosotros es más difícil que en otros lugares, pero entendemos que tenemos que entrar, que dar los servicios. Somos servidores públicos igual que otros organismos del Estado y tenemos que entrar a dar esos servicios, como el alumbrado público, la limpieza de bocas de tormenta, el mantenimiento de los espacios públicos. Nuestros funcionarios tienen que entrar a dar servicios. El propio centro cívico da cédulas, carné de salud, tenemos diferentes organismos del Estado instalados ahí, creemos que son derechos que los vecinos tienen. En ese sentido es que trabajamos.

EC —¿Y pueden trabajar bien? De vuelta, cito a autoridades policiales: “Desde el año 2010, el ministro Eduardo Bonomi y el ex director nacional de Policía Julio Guarteche venían alertando sobre el fenómeno creciente de la ‘feudalización’ en varios barrios de Montevideo. En 2011, la Policía identificaba al Marconi como uno de los barrios donde no podía ingresar sin el apoyo de fuerzas de choque”. La propia policía para ingresar necesitaba fuerzas de choque. ¿A ustedes cómo les resulta ese ambiente para trabajar en lo que les incumbe directamente?

SN —En general trabajamos como en cualquier otro barrio. Lo que hacemos es pedirles a referentes del barrio que estén en conocimiento de que nuestras cuadrillas van a estar trabajando, como apoyos de vecinos del barrio.

EC —¿Quiénes son los “referentes”?

SN —Los referentes son vecinos comunes o concejales vecinales, vecinos que se ofrecen, que están dispuestos, que son referentes de sus barrios, que son conocidos y respetados por la gente del barrio y que de alguna manera dan un marco de que lo que vamos a hacer nosotros es trabajar y no meternos en otras cosas. Vamos a cumplir nuestra tarea y tratamos de que nuestros funcionarios lo hagan de la forma más segura posible. Nos han pasado incidentes como que nos roben máquinas, hace poco asaltaron al chofer de la barquilla de alumbrado, pero esas son cosas puntuales que creemos que no tenemos que generalizar como que son todos los vecinos del barrio. Si no, creo que nos equivocamos, que somos injustos con los vecinos, porque tenemos que destacar que hay vecinos que estudian, que trabajan y que sufren esto de la misma forma que nosotros, con la diferencia de que nosotros entramos, trabajamos, nos vamos, y ellos tienen que seguir viviendo en el barrio y de repente no tienen la oportunidad de comprarse una casa en otro lado y mudarse, entonces viven en el barrio.

EC —Ese es uno de los problemas de ese barrio: las propiedades han perdido valor, y por más que sus dueños quieran dejarlas, por más que estén incómodos y quizás hasta hartos de algunas situaciones y quieran irse, no es fácil hacerlo.

SN —Tuvimos una experiencia últimamente. Hay unas viviendas en San Martín y Aparicio Saravia que se había hecho con el Ministerio de Vivienda, y se había hecho un acuerdo que las viviendas que quedaran libres se sortearan entre la gente que se inscribiera que viviera en el territorio del Municipio. En el primer sorteo se anotaron como 180 personas para 15 viviendas; ahora quedaron algunas viviendas libres que se repararon, se hizo un llamado y se tuvo que extender el plazo porque no se anotaba gente, cuando es un complejo habitacional de material, una buena vivienda y la cuota que tendrían que pagar no paga ni siquiera un alquiler de los más baratos. Sin embargo la complejidad de vivir en esos barrios hace que la gente no tenga interés en comprar una vivienda ahí.

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