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Entrevista, martes 24 de abril: Daniel Sturla

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EC —¿Un documento de este tipo se somete a votación o tiene que obtener consenso? ¿Cómo se maneja?

DS —Se somete a votación, en general; creo que en este caso fue todo por consenso, pero se somete a votación y como en toda votación es por mayoría. Nos manejamos siempre con la mayoría absoluta.

EC —Vamos al documento en sí mismo. El título ya fue mencionado: Construyamos puentes de fraternidad en una sociedad fragmentada. ¿Por qué lo encararon así, por qué esa presentación?

DS —Lo que la Iglesia busca es hacer una llamada de alerta a la sociedad uruguaya, a los católicos en primer lugar, y lo nuestro quiere ser en positivo, construyamos vínculos, puentes, fraternidad, eso es lo que queremos. Vemos que la sociedad uruguaya se ha ido fragmentando, dividiendo, sectorializando, y creo que esto es una preocupación común de los uruguayos. Nosotros decimos: estemos atentos porque es un proceso que viene de hace mucho tiempo y tenemos que buscar los modos de revertirlo.

EC —Yo mencioné que ustedes se detienen en ocho apartados, ocho áreas, al momento de realizar el análisis. Esos puntos son: “Las fisuras que poco a poco nos han ido separando”, “El trabajo”, “La familia”, “El desbalance generacional”, “El campo y la ciudad”, “El territorio”, “El acceso a servicios y el papel de la educación” y “La convivencia ciudadana”. Insisten en que se trata de una mirada “pastoral”, lo mencionan más de una vez. ¿Qué significa eso?

DS —Eso significa que nosotros no somos sociólogos, no somos políticos, no somos analistas económicos, es una mirada que hacemos como obispos. Lo de pastoral es porque el obispo es el pastor de la Iglesia que le es confiada, nosotros como obispos del Uruguay somos los pastores de esta Iglesia, entonces nuestra mirada es desde nuestra perspectiva de obispos atentos a la realidad de nuestra sociedad.

EC —Veamos cuáles algunas de esas señales, las que más preocupan, de un texto que es largo y al que podríamos dedicar un buen tiempo. ¿Cuáles mencionaría en este momento?

DS —Un tema que vamos viendo es: éramos una sociedad más de cercanías –esa expresión de Carlos Real de Azúa que por ahí decimos–, una sociedad que permitía el acceso y el progreso social, una sociedad en que compartíamos más, en la escuela, en el deporte, en el ómnibus, y de ahí se va haciendo una sociedad en la que hay sectores que quedan al margen. Ahí vemos el surgimiento de tantos asentamientos –que por supuesto son una realidad de hace 50 años– y en el otro extremo vemos los barrios privados. Y con eso no es que esté criticando a la gente de un lado o del otro, estamos constatando una realidad. Pero esa realidad que nos separa y nos disgrega va creando Uruguay distintos, que es a lo que tenemos que estar atentos, porque creemos que el ideal es una sociedad que se integra, en la que todas las personas tenemos igualdad de oportunidades, y después la diferencia estará, como dice la Constitución de la República del año 30, en los talentos y virtudes. Pero hay que tratar de favorecer sobre todo a aquellos que por su realidad económica, social, familiar, etcétera, son menos favorecidos.

EC —Ustedes no se detienen solo en factores internos que están influyendo en este cuadro, también toman en cuenta tendencias que vienen del exterior o que son originadas en los avances tecnológicos. Me refiero por ejemplo al capítulo sobre el trabajo.

DS —Hace como tres años compartí un encuentro con el ministro Murro en la sede de ACDE y ahí se habló justamente de la cultura del trabajo y cómo ha cambiado. Ha cambiado tanto que yo pienso –por ahí lo mencionamos– que los chicos hoy entran a un trabajo pero no es que ese trabajo sea el trabajo de su vida, sino que hay un cambio de perspectiva y de trabajo bastante común. Pienso hasta en una señal que es que tantos chiquilines que tienen la posibilidad de estudios universitarios cambian fácilmente de estudio, de facultad, pero para otros la realidad es mucho más dura, sus posibilidades son más escasas. Hay un ejemplo que para mí fue muy importante: ya hace unos cuantos años, unos 10 años, hicimos los salesianos –yo todavía no era obispo, estaba en la congregación salesiana– un encuentro con jóvenes de nuestras casas, en las que hay jóvenes de distinto nivel social. Para un joven exalumno del Juan XXIII la dificultad era “cómo elegir entre tantas opciones que tengo”, y para un joven que venía de la obra nuestra Tacurú el tema era “no tengo posibilidades de elección”. Ese es el punto, vemos que hay una diferenciación y tenemos que tratar de integrar a todos en una sociedad que dé posibilidades a todos sus integrantes.

EC —Teniendo en cuenta la sensibilidad política con que se encontró la declaración, aprovecho para preguntarle: ustedes dicen que se trata de un proceso que lleva “décadas” –esa expresión es textual–, entonces, ¿cuánta responsabilidad les corresponde a los gobiernos del Frente Amplio (FA)?

DS —Ese es un tema más político en el que no quisiera meterme. El llamado de los obispos es a decir: es una responsabilidad de todos los uruguayos y que tenemos que tratar de solucionar o aportar soluciones todos los uruguayos. Implica también un cambio de mentalidad, que es lo más difícil, pero ojalá lo podamos hacer. Y ahí viene cuando la esperanza llega a una sociedad y los líderes también son capaces de infundir esperanza a la sociedad. Ese es uno de los temas que también abordamos –quizás se le dé menos corte, pero que para mí es muy importante–, que entre nuestra problemática hay una que es de honda raíz espiritual, que tiene que ver con esa falta de sentido de la vida que muchos uruguayos tienen y que, entre otras cosas, para mí está en el origen de esa cuestión demográfica que tenemos que nos tiene que preocupar como nación, por razones sociales, económicas, pero que indica que hay una dificultad del uruguayo para amar la vida, para tener más esperanza, y por eso cuesta tanto, creo yo, que engendremos hijos y que nuestros chicos tengan esa alegría de vivir en este país.

EC —No es entonces una situación que se haya generado ahora, lleva años, es un proceso. De todos modos, incluyen algunas consideraciones sobre políticas llevadas a cabo desde 2005, cuando asumió el primer gobierno del FA.

DS —Ahí señalamos lo positivo que se ha dado. Ha habido un crecimiento económico en esa década, que ahora continúa en forma menos acelerada. Y por otro lado ha habido una política redistributiva del ingreso que está señalada, como está señalado también cómo ha disminuido la pobreza, incluso cómo ha disminuido la pobreza entre los niños, con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de la semana anterior a la salida del documento. Todos esos son indicadores positivos. Nosotros no hacemos una evaluación política de lo que ha pasado, decimos que ahí hay indicadores positivos, como hay otros que nos siguen preocupando, por ejemplo en el tema educativo.

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