Bruselas amaneció hoy saturada por las fuerzas de seguridad tras los atentados en el metro y en el aeropuerto de la ciudad que dejaron decenas de muertos ayer. Inder Bugarin, periodista mexicano residente en esa ciudad, dijo a En Perspectiva que el reforzamiento de la seguridad llega tarde, lo que marca un fracaso de los servicios de inteligencia europeos.
Bugarin agregó que los atentados además muestran las fallas de los planes sociales en Bélgica, que no lograron elevar el bienestar de la población musulmana volviéndola más vulnerable a la radicalización.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 23.03.2016, hora 7.38
EMILIANO COTELO (EC) —El terrorismo atacó ayer el corazón de la Unión Europea. A primera hora de la mañana un doble atentado dejó 30 muertos y 200 heridos en Bruselas.
Los ataques tuvieron lugar en el principal aeropuerto del país y en una línea de Metro de la ciudad, en la zona donde se encuentran los edificios de la Unión Europea. Fueron reivindicados por el grupo Estado Islámico. Pero antes de que así fuera, el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, lamentó que lo que habían advertido los servicios de inteligencia no pudiera ser evitado:
[Audio primer ministro belga]
EC —“Señoras y señores, lo que temíamos ha sucedido. Nuestro país y nuestros ciudadanos han sido blanco de un ataque terrorista de la naturaleza más cobarde. En estos momentos de tragedia, en este momento negro para nuestro país, hago un llamado a todos a permanecer en calma y también a demostrar solidaridad. Nos enfrentamos a un periodo difícil y tenemos que encararlo unidos”, dijo Michel.
Tras las declaraciones del primer ministro, el gabinete de crisis anunció la movilización del Ejército y el reforzamiento de las fronteras.
¿Cuál es la situación a esta hora en Bruselas? ¿Qué impacto han tenido estos atentados? Vamos a conversar con Inder Bugarin, periodista mexicano radicado en Bélgica.
Si te parece empezamos con lo más nuevo: las fuerzas de seguridad lograron detener al terrorista que había huido del aeropuerto y que sería el cerebro de los atentados.
INDER BUGARIN (IB) —Todo parece indicar que así es, que hay indicios de que ha sido detenido. Además la televisión estatal ha dado a conocer la identidad de los dos responsables del atentado del aeropuerto Zaventem, se trata de Brahim y Khalid el Bakraoui. Los dos eran conocidos por la policía por actos delictivos, no por terrorismo, uno de ellos habría incluso alquilado el domicilio ubicado en la comuna de Forest la semana pasada, donde ocurrió esta balacera, y este individuo estaría directamente involucrado.
Poco a poco estamos conociendo a quienes están detrás de estos cobardes y muy dolorosos atentados que han sacudido a la capital europea. Se registran hasta ahora 34 muertes y 250 heridos, ese es el saldo del ataque terrorista jihadista que golpeó ayer la capital de Europa.
EC —¿Estamos ante un fenomenal fracaso de los servicios de seguridad? esa es una lecturas que se ha hecho desde el día de ayer.
IB —Sin duda es un gran fracaso. Hace cinco días estaban celebrando la captura de Salah Abdeslam, se adjudicaban esto como un gran triunfo. Parece que los esfuerzos realizados durante estos cuatro meses han sido insuficientes. También hay indicadores de que el atentado del día de ayer fue resultado de que la Policía estaba muy cerca de detener a esta célula, esto puede haber acelerado y detonado el ataque terrorista del día de ayer.
Pero sin duda es un gran fracaso para los servicios de inteligencia, no solamente los de Bruselas sino también de los europeos, que se supone que han venido incrementando la cooperación desde los ataques de París el 13 de noviembre pasado.
EC —Justamente, se hace esa lectura del fracaso no solo porque distintos operativos de las fuerzas de seguridad habían estado inspeccionando zonas de la ciudad de Bruselas donde, por lo visto, estos grupos terroristas tenían su base de residencia y planificación, sino además por las medidas preventivas que se adoptaron, incluso en el propio aeropuerto y el metro, que no lograron detectar a quienes concretaron los ataques.
IB —Sí, sin duda. Pero hay que recordar que en el aeropuerto no se adoptaron medidas extraordinarias, uno podía entrar a la zona de salidas del aeropuerto de Zaventem sin ningún tipo supervisión. Los controles se realizan después del check-in, entonces el aeropuerto era claramente vulnerable a los atentados terroristas.
Distinto es el caso de las instituciones europeas, ahí sí vemos un cambio radical en los sistemas de control. Uno ya no puede entrar ni siquiera a la parte de la recepción, uno tiene que identificarse y registrarse desde afuera, antes de pasar el primer control.
Sin duda ellos bajaron la guardia en uno de los puntos estratégicos, los más vulnerables, que es el sistema de transporte aéreo.
Lo que estamos viendo hoy, por ejemplo en el sistema de tren, es que hay un reforzamiento de la seguridad. Por ejemplo, en la estación central, por donde acabo de pasar, hay alrededor de ocho salidas y solamente está funcionando una, ya hay mayores controles. Pero es un control que se registra demasiado tarde.
EC —Esto da para una explicación muy larga, supongo, pero ayer se lo preguntaba a Rafael Mandressi, nuestro corresponsal en París, tú seguramente puedes dar algún detalle más. ¿Qué pasa, por qué Bélgica, en particular Bruselas y uno de sus barrios, Molenbeek, termina albergando, como quedó claro luego de los atentados de noviembre en París, un foco terrorista jihadista tan importante?
IB —Hay que tener una idea de las dimensiones de lo que es la comunidad musulmana aquí en Bruselas. Uno de cada cuatro habitantes en Bruselas es de origen musulmán. En esa población de alrededor de 200.000 personas hay un grupo muy reducido radicalizado y dispuesto a ejercer el terror. Lo que está pasando es un fracaso total de los servicios sociales en la llegada a este grupo de personas, que no son integradas, que están desempleadas, no tienen expectativa de vida y además desprecian los valores y las libertades de los europeos. Ahí radica el fracaso: en la falta de acceso a estos grupos más radicalizados para, de alguna forma, ayudarlos a salir y evitar esta radicalización, que esas posiciones tan violentas que tienen se traduzcan en una violencia ejercida hacia la población.
EC —Más de un cuarto de la población en Bruselas es musulmana y muchos de los habitantes de ese origen viven en Molenbeek, donde han crecido las células terroristas, donde vivieron algunos de los responsables de los atentados de París y también de estos que ahora han conmovido a Bruselas. ¿Cómo están reaccionando esas comunidades musulmanas? ¿Temen ser objeto de represalias?
IB —No de represalias físicas, pero sí una discriminación. Ese es el gran problema que tienen estos grupos de musulmanes, no tienen acceso a la integración, habitan en estas comunidades. No solamente en Molenbeek, también en Anderlech, en otras localidades, en Forest incluso. En Bruselas no solamente hay una sino que prácticamente cada comuna tiene su cuadro habitacional habitado mayoritariamente por estos grupos musulmanes, donde la vida de ellos es en salones de té, en actividades normalmente en las que los hombres segregan a las mujeres… Ese es el gran problema que siguen teniendo estas sociedades.
Sin duda ellos temen que los servicios sociales en lugar de seguir favoreciendo esta integración y evitar que sus jóvenes de radicalicen, los abandonen. Es un momento clave en el que debe haber un reforzamiento de los sistemas de bienestar social hacia esos grupos que realmente no tienen futuro. Un ejemplo muy claro: el salario de una persona que vive en Molenbeek está estimado en alrededor de 900 euros, cuando la media nacional es de 1.300 euros. Esta población vive por debajo de los índices de bienestar social.
EC —Contanos a propósito de cómo están las cosas hoy. Algo ya mencionaste al pasar, ¿cuál es el ambiente en Bruselas?
IB —Es un ambiente muy enrarecido, el de hoy es un clima nublado. Me encuentro aquí en la Place de la Bourse, es un ícono de encuentro de Bruselas en donde poco a poco la gente se está dando cita para rendir homenaje a las víctimas del día de ayer. Hay una enorme presencia de medios de comunicación, estamos viendo camionetas satelitales, están llegando muchos periodistas y poco a poco la gente se está reuniendo para que a las 12.00 se dé este minuto de silencio.
Es un clima raro, los comercios han abierto pero la movilización de la gente en las calles es menor a la habitual.
Lo que sí estamos viendo es una marcada presencia de las fuerzas de seguridad, hay policías vestidos de civiles y encapuchados, y de militares, así como tanques blindados, soldados con armas largas… En fin, son momentos extraños para los que habitamos aquí en Bruselas.
EC —¿El aeropuerto sigue cerrado?
IB —Sigue cerrado, va a estar por lo menos dos días cerrado. Hay indicios de que las dos detonaciones causaron severos daños en el techo de la sala de llegada, lo que podría implicar que permanezca cerrado por más tiempo.
EC —Eso ha generado toda una problemática aparte con el redireccionamiento de los vuelos que tenían que operar en esa base aérea y también con la gente que se quedó varada y de a poco va siendo reubicada en otros vuelos.
IB —Así es, alrededor de 1.000 personas quedaron varadas en el día de ayer, son enviadas a distintos albergues y van a ser movilizadas en las próximas horas, supongo, a los aeropuertos aledaños, como el de París y el de Ámsterdam.
EC —Las instituciones europeas que tienen sede allí, y que de algún modo eran el objetivo o el motivo de estos ataques -el mensaje era: le estamos pegando a la Unión Europea-, incluso una de las explosiones fue en una estación de metro muy cercana a esos edificios, ¿cómo están moviéndose hoy?
IB —Destaca la presencia marcada de las fuerzas de seguridad, han incrementado la seguridad, los servicios federales han enviado refuerzos, así que… Pero la actividad de estas instituciones continúa, aunque muchas personas también han permanecido en sus hogares para trabajar desde casa.
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Transcripción: Andrea Martínez
Foto en Home: Perímetro de seguridad a cargo de soldados y policías sobre la Rue de la Loi en las cercanías de la estación de metro Maalbeek – Maelbeek en Bruselas, 22 de marzo de 2016, luego de que una explosión matara al menos a 11 personas. Crédito: Philippe Huguen/AFP Photo.