A propósito de la inmigración creciente en Uruguay, en qué condiciones de regularidad se da, qué facilidades se otorga, cuáles son las trabas que falta resolver, En Perspectiva dialogó este lunes con el director general para Asuntos Consulares y Vinculación de la Cancillería y presidente de la Junta Nacional de Migración, embajador Jorge Muiño. Desde la audiencia, Eugenia, inmigrante argentina, aportó su punto de vista y alertó sobre los problemas que trajo en su país una apertura sin requisitos.
Buen día. Soy argentina, y una de los 10 mil y algo de inmigrantes que eligieron residir en Uruguay.
Sé que mi caso no es el típico porque tengo 72 años y acabo de obtener mi cédula de identidad definitiva como último trámite del pedido de residencia permanente. Además, tuve los medios para comprar un apartamento aquí en Ciudad Vieja de Montevideo y los 11 meses y medio que duró el trámite no fueron un inconveniente para mí por cuestiones personales y de otras tareas o trámites con los que debí cumplir en Argentina.
Desde allí, quiero hacer mi aporte:
En la entrevista de hoy se habló de los derechos y las necesidades de los inmigrantes, la situación en general y todo lo que el Estado uruguayo debe tener en cuenta y hacer. También escuché la cuidadosa exposición de los funcionarios oficiales actualmente a cargo.
De lo que no se habló fue de nuestras obligaciones como inmigrantes para con el Uruguay: en toda democracia los derechos conllevan obligaciones.
Escuché que un inmigrante cubano se quejó de las exigencias de visa, cuenta bancaria y otros requisitos para poder ingresar. Si eso apunta a lograr ingreso irrestricto, mi opinión es NO, por favor. Vean y analicen la experiencia argentina.
La Constitución argentina se establece «…para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino…». Y bienvenida la diversa y laboriosa inmigración, de la cual también yo desciendo. Pero no las puertas abiertas sin requisitos ni controles, que han hecho de mi país el destino de muchos delincuentes y narcotraficantes que encuentran freno en otros lugares. Sin olvidar el uso inescrupuloso de la pobreza en zonas de frontera para «inmigrar» a personas con el único objetivo del voto.
Por mi parte, no tengo más que agradecimiento y buena voluntad para con esta digna república de ustedes, cuya calidad de vida, si bien un poquito abollada últimamente, sigue jugando en las primeras líneas.
Eugenia Beltrán
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