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Prólogo de Jorge Batlle para el libro Eduardo Jiménez de Aréchaga

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El Dr. Alberto Domínguez Cámpora, profesor de Derecho Internacional de la Facultad, renuncia al cargo. Se concursa y Eduardo Jiménez de Aréchaga comienza coma catedrático de Derecho Internacional Público. Cambió la enseñanza y la estructura del Derecho Internacional Público.

Tenía experiencia como profesor por su curso de Introducción al Derecho que aún sigue siendo un útil instrumento de conocimiento jurídico. Fue un gran renovador de la enseñanza.

Su vida desde entonces osciló desde la Cátedra a las Naciones Unidas, al mundo político y finalmente a la Corte de La Haya. Le fue otorgado, por la American Sociery of Internacional Law, el Premio Manley O. Hudson por su libro "Derecho Constitucional de las Naciones Unida?, organización ésta a la que siguió siempre vinculado puesto que fue designado Integrante de la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, de la que fue Presidente en los años 1963 y 1964.

El Dr. Domínguez Cámpora lo hizo su Sub-Secretario de Relaciones Exteriores en 1951 y 52, pero más tarde, el primer Consejo Nacional de Gobierno, lo nombró Secretario del mismo, tarea que ejerció de 1952 a 1955. Volvió a la política en 1968 aceptando el cargo de Ministro del Interior del Presidente Pacheco, interrumpiendo su función como Relator General Internacional de la Convención de Viena. Fueron meses de un ministerio muy difícil que desempeñó con jerarquía, valor civil y ejemplar conducta moral. Más tarde, en 1970 la Asamblea de Naciones Unidas lo designa Miembro de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, lo que lo obliga a renunciar a la cátedra de Derecho Internacional Público en la Universidad de la República.

El Uruguay ya había recibido el honor de que un gran Juez, el Dr. Enrique Armand Ugon, integrara ese Organismo entre 1951 y 1960. Eduardo Jiménez de Aréchaga lo fue entre 1970 y 1979, presidiendo la Corte de 1976 a 1979. No podía ser reelecto porque el país, que en ese momento estaba bajo la dictadura militar tenía que proponerlo; por tanto, decidió volver al Uruguay. En 1980 lo designaron en el Tribunal Administrativo del Banco Mundial, del que fue Presidente hasta 1986.

Pero antes había vuelto a la política participando en 1979 en el homenaje a José Badle y Ordoñez realizado en el diario El Día. Su discurso versó sobre la propuesta del Presidente Batlle en la reunión internacional de La Haya.

Integró la Comisión del Partido Colorado que apoyó al NO en el Plebiscito Constitucional. Fue militante en las elecciones internas del 82 y más tarde Convencional del Partido Colorado. Fue designado defensor de Wilson Ferreira Aldunate junto con la Dra. Adela Reta por el Dr. Canabal.

De las muchas cosas excelentes que uno descubre a lo largo de la vida de este ser superior, quizás, de las que más me impresionan, fue su discurso en 1971 en Buenos Aires en el Diario La Prensa sobre Juan Bautista Alberdi, que creo, como él, que fue una de las personas más relevantes en lo constitucional tanto como en lo económico y social de nuestro continente. Analizó ese día su libro "El crimen de la guerra" que como el propio Alberdi juzgaba a sus trabajos “como libros de acción escritos velozmente, aunque pensando en reposo”, nos llenó de admiración por su sabiduría.

¿Y cómo era ese ser humano?, en su mundo, ¿cómo se sentía y cómo se encontraba en el qué hacer cotidiano?, ¿qué le gustaba?, ¿qué lo motivaba con pasión?, ¿cuál era el nido en el que siempre buscó el calor, el cariño y el amor?

Un día le hacen una entrevista y contesta: "se sorprenderá con mi respuesta, que no es para imprimir. Es el único arrepentimiento que tengo: tenía que tomar una decisión cuando era un joven deportista, entre el fútbol y el básquetbol. Fútbol era profesional en mi país en aquel tiempo, básquetbol era amateur. Cometí el error de elegir básquetbol por no tener suficiente fe que sería lo suficientemente bueno como para ser futbolista profesional. De otra manera podría haber sido jugador de fútbol".

Se tenía fe para el depone. En el fútbol era terrible, no era suave, era más que duro. Cuando practicaba el tenis no podía perder.

Más adelante declara: "considero que de las dos actividades, la que me atrajo más fue la de actuar como Abogado, más que la de Juez. Me gusta la lucha". (Por suerte no eligió el fútbol). "Disfruto contestando argumentos, disfruto atacando lo que considero son los puntos débiles del adversario, como se dice, atacando a la yugular".

"Lo que me preocupa es cuando esta actividad se termine, puede terminar pronto porque tengo 75 años. Puede terminar en cualquier momento, entonces tendré que iniciarme en jardinería. Mi señora es experta en jardinería. Estoy interesado en eso pero por el momento no trabajo en el jardín".

Así era tío-papá, corno le llamaban sus nietos, con cuyas voces concluye este hermoso testimonio de quienes más profundamente le conocieron, sus hijos y nietos, y a los que dedicó su vida, sobre todo, a su hija Silvia, que accidentada en 1976 requirió de sus padres el auxilio para criar a sus hijos.

Fue Presidente de La Haya, futbolista muy fino (como él lo dice), Abogado porque le gustaba la pelea, Ministro del Interior equilibrado y justo, pensando siempre acompañar a su querida señora aprendiendo jardinería y rodeado de hijos y nietos porque allí estaba su vida.

Recordar a los grandes hombres que contribuyeron a forjar nuestro destino, hoy es una tarea más importante que nunca.

Dr. Jorge Batlle
Presidente de la República
(2000-2005)

Viene de…
Biografía: Eduardo Jiménez de Aréchaga, un prócer uruguayo del derecho internacional

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Foto en Home: Jorge Batlle durante la sesión abierta del comité ejecutivo nacional del Partido Colorado en conmemoración del 85º aniversario del fallecimiento de José Batlle y Ordoñez (Archivo). Crédito: Nicolás Celaya/adhoc Fotos.

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