Concurso de Cuentos

Emergencias y desastres en Uruguay: Los ganadores del mes de octubre para leer y escuchar

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Nicolás Celaya / adhocFOTOS

Viernes 23 de octubre

La Mesa de los Viernes dio a conocer los ganadores de la tercera convocatoria al Concurso de Cuentos de En Perspectiva de 2020. En esta oportunidad, la consigna fue “Emergencias y desastres en Uruguay”. El honorable jurado encargado de evaluar los trabajos presentados estuvo integrado por Juan Grompone, Alcides Abella, Gonzalo Pérez del Castillo, Alejandro Abal y Fernando Medina, del programa Oír con los ojos.

Los cuentos ganadores serán premiados con una prenda uruguaya de lana fina de Don Baez, cinco libros de la Colección Lectores de Ediciones de la Banda Oriental, vinos finos de bodegas Giménez Méndez, productos de cosmética natural de Matías González y un set de productos de Café Jurado, y un reconocimiento del Sistema Nacional de Emergencias.

A continuación, los cuentos que cada uno de los integrantes del Jurado eligió para leer al aire. No necesariamente estos cuentos llegaron a ser nominados para primeros puestos.

Cuento elegido por: Alejandro Abal
Título: El loco anselmo
Autor: Martha González Teste
Seudónimo: Iguazú

El loco Anselmo era el loco de nuestro pueblo. Edad indefinida, vestía siempre de negro, era evidente que no le gustaba la gente, vivía en un montecito al lado de la laguna. Su única posesión era su barca. Con ella salía a pescar todos los días. Muy de cuando en cuando, iba al almacén del pueblo. Los niños teníamos la orden de no acercarnos a él. “No sabemos lo que puede hacer”, decían nuestros padres.

Cuando subieron las aguas, hubo que evacuar. Había que ponerse a salvo. Salvar primero la vida y luego, las pertenencias. No éramos suficientes para rescatar a todos. Y en el medio de la lluvia torrencial vimos al loco Anselmo con su bote, remando contra la correntada, ayudando a transportar a una familia. Todo el día, su figura oscura estuvo ayudando a la gente.

Una vez que pasó lo peor, el loco Anselmo volvió a su vida solitaria de antes, pero nosotros ya lo vimos con ojos diferentes.

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Cuento elegido por: Gonzalo Pérez del Castillo
Título: Rancherío
Autor: Julio César Pellegrini
Seudónimo: Dalmás

Mientras la luz de una cerilla alumbraba tenuemente la densidad del monte, allí nomás, un alambrado oxidado y laxo fungía de frontera entre la espesura y el pueblucho que se estiraba adormilado en cuatro manzanas de calles de tierra apisonada. Cincuenta ranchos de adobe y quincho, daban cobijo a trescientas personas. Pedro se despertó a las cinco, y con la tenue luz de los rescoldos de la estufa, encontró su ropa y se vistió. El perro paseaba nervioso, calibrando con su hocico la humareda. Cuando abrió la puerta las llamas habían arrasado medio rancherío. En trágica procesión de hijos y bienes, la gente corría levantando polvareda hacia la cañada cercana. Al mismo tiempo, los tirantes de madera ardían como yesca y los techos cedían cayendo con estrépito sobre objetos y personas. A lo lejos, los sonidos de una sirena de bomberos y el estruendo de las aspas de un helicóptero. Mientras, los albores de un nuevo día, delineaban en el horizonte la silueta de un fugitivo.

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Cuento elegido por: Alcides Abella
Título: Abril 1959
Autor: Elvira Méndez López
Seudónimo: Lluvia

Las inundaciones de abril 1959. Lluvias torrenciales, desbordaron ríos y arroyos, la peor catástrofe del Uruguay.

Paso de los Toros acatando con verdadero estoicismo, como si fuera una guerra, la gente, con algunos petates imprescindibles abandonaron sus casas, en tren hacia el sur o carretera para Tacuarembó.
Mamá envolvió a mi hermanito en una frazada, tomó mi pequeña mano y subimos al tren.

Estábamos llegando a Montevideo, mamá salió a buscar algo de comer, no regresó.

Llegamos a la estación. Me obligaron a bajar del tren, el bebe lloraba, yo también.

Yo diminuta entre aquella multitud enardecida. ¡Mamá!, gritaba con todas mis fuerzas. De pronto la veo, nos abrazamos, sentí que el alma se me llenaba de alegría

Fuimos a casa de la tía Irma. Comimos y nos dio una habitación. No había luz, solo una vela. Encontré un cuaderno y un lápiz. Escribí mi primer cuento.

-Había una vez una madre y sus dos hijos…

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Cuento elegido por: Fernando Medina
Título: Crónicas de Invierno
Autor: Fernando Azpiroz
Seudónimo: Fermaz

Don Palmiro fue conocido en el barrio como “Viejo Bastión”. Había trabajado toda su vida de albañil y se jactó siempre de la calidad insuperable de sus construcciones, pero sobre todo de lo invulnerable de su casa, un pequeño rancho rodeado de murallones al mejor estilo colonial. El apodo se lo habían puesto en el Café, donde se reunía una tarde si y otra también a jugar al truco, una forma de pasar las horas de jubilado y de escapar a las quejas de su esposa. Cuentan que la enfermedad de Doña Amelia y su posterior fallecimiento lo afectaron al punto que poco se lo veía salir. En la madrugada de un 22 de junio cesó su tragedia, pasó de un sueño a otro y su nombre a ser parte de la historia del lugar; un avión con 58 pasajeros se vino al suelo destruyendo varias casas en su caída, entre ellas la de Palmiro donde terminó frenando contra su muralla. Decenas fueron víctimas pero el gran murallón redujo considerablemente los daños. Todavía hoy se habla de que Amelia lo mandó buscar.

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Cuento elegido por: Juan Grompone
Título: Temporal Iletrado
Autor: Fernando Rius Herrero
Seudónimo: Tico Tico

El temporal se desbocó de tal manera que, salvo la última y la primera, se desprendieron todas las demás letras de Uruguay. Se podía leer: Uy.

Arrastrada por el agua, una letra e se incrustó en la o del litoral. Sí, literal. La ñ vio volar su techo y entró en conflicto con la n por un supuesto fishing en medio de la inundación. El caso es que el caos fue total. La h enmudeció, la b quedó como una p, la p como una q y derribada, la N mayúscula pasó a ser una letra clase Z. La L se mojó todita pero mucho no le importó, después de todo es una consonante líquida. Una i terminó con diéresis porque fue a parar a su azotea el punto de otra i desdichada que imploraba: “¡Hay que poner los puntos sobre las íes!” La w se descoló y una v se coló por el ático de una A que en la cochera de abajo alojó la ch de un coche chocado. Ya no hubo letrero que se pudiera deletrear ni oración que oyera un dios letrado pero la catástrofe, sabido es, siempre es temporal y ya llegaría el punto final.

Cuentos ganadores

Tercer premio

Título: Deluge
Autor: Gonzalo Book
Seudónimo: Equis

Apagó el televisor. Las imágenes en los canales de noticias eran siempre las mismas. Cambiaban el escenario – Estados Unidos, Europa, un país andino – y el acento de los corresponsales. Lo demás parecía inmutable: agua, agua y más agua. Como si el mundo de finales de siglo se empecinara en ahogar las palabras de Heráclito repetidas por centurias. Ciudades sepultadas bajo ríos desbocados, la lluvia que caía desde hacía meses sin explicación posible. Tan sólo un océano cayendo desde el cielo y avanzando de norte a sur, de oriente a occidente.

Aquí se esperaba la llegada del diluvio en cualquier momento. Pero aunque hubieran pasado décadas desde la última pandemia, la gente de este país seguía recordando cómo el impacto había sido menor que en el resto del mundo. No tenía por qué ser diferente ahora. La gente esperaba confiada, distendida.

Al apagarse, el televisor sumió la casa en el silencio. Un silencio que se quebró con las primeras gotas, esféricas, enormes, golpeando el cielorraso.

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Segundo premio

Título: Primera Pesca
Autor: Patricia Hauser
Seudónimo: Majufra

Dicen que la inundación del cincuenta y nueve fue la más grande en la historia del Uruguay. La ciudad donde yo vivía tuvo que ser evacuada y los libros de la biblioteca, gracias a una ventana mal cerrada, navegaron por las calles de la nueva Venecia.

Cuando cesó la lluvia mi padre me llevó a pescar a la orilla de la ciudad. Él atrapó tres y yo uno sólo, grandote. Recuerdo que en el refugio lo sequé en la estufa y comencé a saborearlo lentamente, pero me gustó tanto que esa misma tarde devoré totalmente mi primera pesca: “Veinte mil leguas de viaje submarino”.

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Primer premio

Título: Cuento
Autor: Carlos Pantaleón Panaro
Seudónimo: Campo

Hace cinco días que la Jacinta no da leche y María vuelve al rancho sin alimento para sus hijos. La negrura que sube del monte le recuerda la última granizada, y apura el paso.

Antonio la ve también; clava el arado y corre, hundiendo sus pies desnudos en la tierra desguazada.

Granizo, murmura ella.

¡No! jadea él, hincando sus ojos en la mancha oscura que avanza, reptando como una crucera gigante, mientras opaca el sol y oscurece la tierra.

Sin aliento, lanza un grito sordo y breve ¡Rápido, todos al rancho! Y aunque no podamos oírlo, su grito estremece hasta el fondo de los campos.

Pero no ve a la Francisca.

Sus otros hijos señalan el monte y se acurrucan junto a la madre.

María los besa y los aprieta contra su falda.

¡Al rancho, carajo!, grita Antonio, ya desde el borde del ramaje.

María alza a sus hijos y obedece. Cierra la puerta y pasa la tranca.

Su última mirada le devuelve la camisa cansada de Antonio que se pierde en la espesura del monte, allá en el fondo de la barranca.

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Premio de los oyentes

Título: Climateo
Autor: Enrique del Castillo
Seudónimo: Pedrense

No había hombre más baquiano para el clima que don Climateo Garifo Gurméndez.

Gaucho oriundo de Paso de los Toros.

Lo llamaban para pronosticar el clima y así ordenar los quehaceres de la estancia.

En general acertaba.

Un día le pregunté cómo hacía y me contestó con elegancia:

-Por mirar nomá.

Se mojaba el índice y tanteaba el viento, calculaba la leche que daban las vacas, las abejas en el panal, los perros con las patas al cielo, los pájaros alejándose del pago y ahí nomás, te lanzaba su pronóstico.
Por mediados de marzo, estuvo varios días inquieto, oteando el horizonte, siguiendo a las abejas, conversando con los perros y nos dijo:

-Es al ñudo que me aquerencie, voy pal norte pa las tierras altas.

-No es por flojo, pero va a caer agua a baldes.

Nadie lo comprendió realmente, pero el 24 de marzo comenzó a llover y no escampó hasta el 23 de abril.

Evacuaron Paso de los Toros por temor al derrumbe de la presa Rincón del Bonete.

Fueron las inundaciones del 59, las más terribles del Uruguay.

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Locución: Rafael Mandressi, Rosario Castellanos
Producción versión audio de los cuentos: Rodrigo Abelenda, Fernando Medina, Óscar Pessano
Guión: Rodrigo Abelenda
Puesta al aire: Ariel Gómez

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La Mesa de los Viernes: Emergencias y desastres: Ganadores del Concurso de Cuentos Breves

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