Por Beatriz Angulo //
Me manifestaba una adolescente: “Estoy trancada en todo, ¿si salgo y los contagio? Estoy podrida”.
Otro chico decía “No puedo hacer nada, nada de lo que hacía, me siento impotente, mal, me las agarro con ellos, se meten en todo, me persiguen, vivo enojado”.
Algunos discursos son de este tipo, pero hay otros que manifiestan cosas como: “Antes nos veíamos un ratito, sólo para cenar. Tener a mamá y a papá en casa es insólito, jamás estaban”.
Otra chica decía: “Estoy más cerca de mis padres, hablamos más”.
Cada vivencia es única y personal.
Partimos de que cada adolescente tiene diferentes recursos psicológicos y un núcleo familiar determinado, no hay una sola adolescencia, sino múltiples.
Las variables socioeconómicas y culturales son muchas.
Es que transitar en el pasaje de ser niños a la adultez lleva su tiempo. El cuerpo se va transformando, hay un despertar de la sexualidad, del sentir y del pensar. Vamos viendo como poco a poco van alejándose de sus padres en búsqueda de autonomía. ¿Qué quiero ser? ¿Quiero ser madre? ¿Me gusta esto que estoy estudiando?
"No quiero pero tengo que trabajar, sino no puedo ayudar en casa".
En esta búsqueda de una nueva identidad surgen conflictos con los adultos. Necesitan de sus pares para ir identificándose y diferenciándose de sus padres.
Estos otros referentes, sus amigos, son fundamentales, porque los ayudan a ir reconociéndose, dándoles seguridad y confianza.
Las charlas, los secretos, las intimidades son necesarias.
Y van pasando de momentos de repliegue en su cuarto, a otros de huir, de no estar en casa.
¿Cómo se está viviendo todo esto en este momento?
Surgen algunos datos de la Organización Mundial de la Salud, dónde manifiestan que un 32 % de los adolescentes, por ejemplo, en el Reino Unido, ha empeorado su salud mental.
Pensemos que este virus invisible transformó nuestras vidas, nuestras fantasías y temores.
Freud utilizaba el concepto de lo ominoso, siniestro, para referirse a un sentimiento terrorífico que tenemos los humanos cuando aparece un peligro entre nosotros, que desdibuja los límites entre la realidad y la fantasía, poniéndose en juego lo más reprimido y oculto que tenemos.
Si observamos el discurso que impera, es que el peligro de contagio a los adultos y adultos mayores, puede ser grave.
Quedan los adolescentes colocados en un lugar de poder ser responsables si algo les sucede a sus mayores.
Aparece un sentimiento de temor y de culpa. ¿Salir? ¿no salir? ¿cuándo y cómo hacerlo?
Así como también es una edad dónde el peligro y el riesgo es vivido con adrenalina cercano al placer. Por lo que muchos no sienten que corren riesgo y desafían.
En este breve recorrido vamos viendo cuántos cambios están viviendo en su día a día los adolescentes.
Sin clases, o con clases por Zoom, algunos con pocas horas al día así como otros dependiendo del liceo con mucha exigencia curricular. En casa, prácticamente sin salir.
Si bien es muy importante que continúen con sus actividades curriculares no olvidar que están viviendo gran inseguridad, angustia y ansiedad.
Será importante la flexibilidad adulta.
No debemos olvidar que a esta edad necesitan sus espacios diferenciados y no compartidos todo el tiempo con su familia.
Otros, están todo el día solos, porque sus padres están fuera trabajando y son ellos quienes deben organizarse, cocinar y limpiar.
Muchos ya tienen incorporadas las tareas domésticas, pero otros, recién comienzan a cooperar, sería importante darles una función.
Favorecer y propiciar la creatividad, ya sea pintar, hacer música, escribir, leer. Por otro lado fomentarles una rutina también de ejercicios ayudará a liberar la energía acumulada, que ahora está más contenida.
Poder, de alguna forma, dejar que aparezcan sentimientos como la tristeza, la frustración de todo lo que no pueden hacer.
Ayudándolos a reconocer sus propias emociones, a pesar de que nosotros como adultos estamos confundidos y preocupados.
Permitirnos y permitirles las dudas, inquietudes, dialogando y expresando los sentimientos más genuinos.
Será muy importante que se sientan protegidos por sus adultos.
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Beatriz Angulo para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva.
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Foto: Unicef.org