Por Beatriz Angulo //
¿Qué pasa con nosotros hoy?
Ponerle título a esta columna fue difícil, di vueltas, lo pensé de diferentes aristas.
Mientras reflexionaba surgían ideas, sensaciones, historias que pasaron en estos meses desde las últimas columnas.
¿Qué pasó en este tiempo? ¿Qué nos pasó?
Desde mi lectura psicoanalítica sería poder pensar juntos, qué está pasando en nuestro mundo interno, en aquella parte nuestra más íntima de nuestros sentimientos y afectos.
Esas cosas que sentimos que no son fáciles de compartir y que tal vez ni del todo tenemos claro nosotros mismos, porque son inconscientes.
Son tiempos difíciles para poder articular y verbalizar experiencias que estamos viviendo.
¿Cómo está influyendo en nuestro diario vivir el saber que podemos enfermar o tal vez morir?
Todos sabemos que podemos en algún momento enfermar y que vamos a morir, pero lo ignoramos o corremos para poder seguir viviendo.
En estos meses estamos más que nunca interactuando con la vida y la muerte en los distintos espacios de intercambio de la vida cotidiana; estamos viviendo frente a fuertes y constantes estímulos de información, ya sea por los medios, por amigos, familiares. Nuestro psiquismo no para, está siempre en constante movimiento psíquico, pidiendo instantaneidades.
Todo esto nos produce ansiedades, que están siendo muy difíciles de manejar, y cada uno, hace lo que puede, como puede.
Cada uno de nosotros tiene una historia personal, con su cuerpo, con la enfermedad y con la propia muerte. Por eso las mismas normas las vivimos de diferente forma y nos cuidamos de manera muy singular.
Este virus nos puso en jaque.
Vino a decirnos, o a recordarnos, que no somos omnipotentes. Vino a decirnos que no alcanza solo la ciencia, la investigación para cuidarnos.
El saber y el conocimiento por momentos no alcanzan para comprender cómo nos comportamos.
Si observamos, por un lado nos mantenemos activos, conectados, de alguna manera alertas; y por otro lado estamos limitados en nuestro espacio físico.
Una parte nuestra parecería estar hiperalerta de todo lo que vemos que hacen los otros, lo que escuchamos que hacen y lo que realmente hacemos cada uno de nosotros.
Para la gran mayoría son claras las pautas de cuidado. Teóricamente todos las entendemos. Pero qué nos pasa entonces…
Vemos que una parte muy interna, y quizás desconocida de nosotros, parecería necesitar olvidar.
Surgen infinidad de ejemplos ya sean de amigos, parientes, pacientes, relatos.
Por ejemplo: "Fuimos con mis amigos a la rambla, todos con tapabocas. Somos los de siempre. Al rato, vino el primo de un amigo sin tapabocas. Empezamos a tomar unas y la verdad, que al rato terminamos todos sin tapabocas, matándonos de risa".
"Ella, una chica de 22, años estuvo con una amiga quien estuvo a su vez con otra chica a quien le dio positivo el test. Estuvo tres días sin salir, muy asustada y con gran temor de haber contagiado a sus padres. Al darle negativo el resultado a su amiga, inmediatamente empezó a salir de día y de noche, con diferente grupo de amigos".
"Una señora de unos 60 años entró en la peluquería, se le tomó la temperatura y le dio que tenía un quinto de fiebre. Se le dice que por favor se retire y la señora se enoja. Otra chica, quien estaba adentro siendo atendida, se pone muy nerviosa, comienza a gritar sin control; ésta estaba con su tapaboca por debajo de su nariz".
Como vemos tenemos la necesidad de alejarnos de esta realidad, la distorsionamos, la evitamos, la negamos.
Pasamos de cuidarnos en exceso a momentos de descuido. No pasa nada…
O nos hacemos trampa a nosotros mismos.
Todos nos manejamos con mecanismos de defensa psíquicos… ¿Qué son?
Son los métodos que utiliza la parte inconsciente de nuestro cerebro para mantener el equilibrio en situaciones difíciles, o que conllevan un gran esfuerzo patológico de adaptación.
Gracias a estos mecanismos de defensa es que podemos de alguna manera seguir funcionando, minimizando la gravedad de lo que ocurre, ya sea negando, reprimiendo, proyectando, simbolizando.
Vivir bajo la amenaza que estamos viviendo va despertando en todos y en cada uno fantasías de diferente tipo.
Por momentos pasamos a resignificar la historia de vida, redimensionar el pasado. Y por momentos, relativizamos nuestra existencia.
Tengamos en cuenta que la muerte es compleja de entender, es un concepto abstracto, difícil de representar, ya sea la nuestra como la de los demás.
Sería importante que cada uno tratara o hiciera el esfuerzo de analizar, con mayor detenimiento, por qué cabalgamos por momentos de máximo cuidado, y otros de gran descuido.
Detenernos a ver y pensar los comportamientos de los otros y los propios puede ayudar a entender y mejorar como seguir cuidándonos todos para vivir mejor.