Por Carlos Colacce ///
Cuando nos toca vivir algo tan particular e inesperado como esta “nueva realidad” que nos impuso el Covid-19, son muchas las reflexiones que recibimos, debatimos y compartimos. Las opiniones son variadas y no siempre alineadas. Pero algo quedó claro en todo el mundo: cuando el problema atañe a nuestra salud pasa por encima de cualquier otro. Yo me pregunto si habrá que esperar a una nueva pandemia para recordarlo. Esperemos que no.
Son varias las acciones que un Estado puede implementar para mejorar los niveles de salubridad de su población. Y como hace más de 35 años que, con distintas responsabilidades, trabajo en el sector saneamiento, es ahí donde quiero cargar las tintas en estas líneas.
Más allá de la humildad que nos caracteriza, los uruguayos debemos ser conscientes de que tenemos algunos servicios públicos dignos de países desarrollados. Seamos sinceros, bien o mal, todos lo sabemos. Y tenemos que estar orgullosos. Es el resultado de una construcción de muchas décadas. Así es el caso en la calidad y cobertura de los servicios de energía eléctrica, comunicaciones y agua potable.
En saneamiento no nos quedamos atrás. Somos referentes en Latinoamérica. Y fuimos pioneros. En 1854 se realizaron en Montevideo las primeras obras de saneamiento del continente. Pero todavía hay un camino a recorrer. Si OSE y la Intendencia de Montevideo pueden cumplir con sus actuales previsiones, al año 2030 tendremos el 70% de nuestra población con saneamiento adecuado por redes colectivas. Nada mal. Pero, ¿y el 30% restante? ¿Seguirá esperando? ¿Cuánto tiempo? ¿Y con qué riesgo?
Aquellos que no cuentan con un servicio de saneamiento son quienes mejor comprenden la importancia de tenerlo.
Y voy más allá. El saneamiento adecuado mejora la calidad de vida, protege nuestro ambiente y es factor de equidad e inclusión. La inversión necesaria es altamente redituable. Según la Estrategia de Agua 2019-2020 elaborado por la CAF, “avanzar en los servicios de agua y saneamiento implica un reto financiero significativo, pero es mayor el costo de no hacerlo”. El mismo informe estima que la falta de agua y saneamiento puede implicar un gasto en salud, pérdida de bienestar y de productividad de más de diez veces superior a las inversiones para lograr el acceso a esos servicios.
Luego de un largo y trabajoso proceso, con la participación de todos los actores del sector, con el apoyo de estudios y asesoramientos de especialistas en diversos temas, con la puesta en manifiesto público y el correspondiente proceso participativo, desde el pasado mes de enero, nuestro país cuenta con un Plan Nacional de Saneamiento. Nos plantea la estrategia para lograr la meta de la universalización del acceso al saneamiento adecuado al año 2030. Y, créanme, se puede lograr.
¿Cuáles son las claves? Vean: Planificación y acciones coordinadas entre todos los actores del sector, aprovechar al máximo las capacidades instaladas y los recursos limitados, y principalmente, proporcionar saneamiento adecuado a través de la innovación en la gobernanza y en la gestión dando soluciones acordes a las posibilidades del país, teniendo en cuenta cada contexto.
Es necesario transitar este cambio de perspectiva, que migra desde el enfoque de desarrollo de infraestructura hacia uno de prestación de servicio, con el foco en el ciudadano y el ambiente, teniendo en cuenta las dimensiones sociales, económicas y ambientales.
Me encantaría profundizar en los detalles del Plan, pero la extensión de este espacio no me lo permite. Eso sí, anticipándome a los que varios de ustedes se estarán preguntando, les cuento que los costos incrementales necesarios para la implementación del Plan, son ínfimos para cualquier presupuesto nacional. Estamos hablando de un promedio menor a 15 millones de dólares anuales, de aquí al año 2030. Y ni que hablar si hablamos de la relación costo-beneficio.
Hoy han asumido nuevas autoridades nacionales. Es lógico y comprensible que quieran analizar el Plan en profundidad. Podrán incorporarse algunos cambios, actualizaciones o adaptaciones. También es cierto que la iniciativa de implementar el Plan será competencia de un Ministerio de Ambiente que está en creación y que tendrá sus tiempos para pararse en la cancha. Comprendo todo eso. Pero nada será excusa que justifique no implementar este Plan Nacional de Saneamiento más temprano que tarde.
Hace unos años, en una visita oficial a Washington D.C., una alta autoridad del Banco Mundial me dijo mientras oíamos un aburrido discurso: “Es un lujo trabajar en el financiamiento de programas con Uruguay, son una joyita”. Trabajemos, entonces, para seguir siendo una joyita.
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Carlos Colacce para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva
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Carlos Colacce (1960) es ingeniero, docente, y en los últimos años desempeñó cargos como presidente de OSE, ministro del Mvotma, secretario nacional de Ambiente, Agua y Cambio Climático, entre otros.
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Foto: Carlos Colacce. Crédito: presidencia.gub.uy/