
EC —Vamos a ir examinando por partes lo que deja el resultado del referendo que, entre otras cosas es un Reino Unido dividido. Primero, porque las cifras globales así lo marcan, 52 % partidario de abandonar la Unión Europea, 48 % partidario de quedarse. Pero además porque hay varias “brechas” en las que conviene detenerse.
Veamos primero la brecha territorial. No todas las naciones del Reino Unido votaron de la misma manera. La salida ganó en Inglaterra (53 % a 47 %) y en Gales (52,5 % a 47,5 %), pero en Irlanda del Norte la mayoría fueron los partidarios de quedarse en la Unión Europea (56 % a 44 %), y lo mismo ocurrió en Escocia (62 % a 38 %). ¿Qué consecuencias puede traer esto en lo que respecta a la unión del Reino Unido?
RBR —Es un Reino Unido bastante desunido. En el caso de Inglaterra también hay una gran brecha. En Londres, como capital multicultural, ganó ampliamente la opción por quedarse en la Unión Europea, como también en ciudades universitarias, en varios centros. Mientras que el brexit ganó en lo que era la Inglaterra industrial, en particular en el norte, donde desde la época de Margaret Thatcher mucha gente ha quedado de lado, donde hay pobreza y todavía hay cierto rencor hacia la clase política y hacia el Partido Laborista por haberlos dejado de lado. Ahí está la clave del asunto.
Pero lo interesante está sobre todo en Escocia y en Irlanda del Norte. En Escocia, tenemos recientemente el referendo para independizarse del Reino Unido, y uno de los principales argumentos para que los escoceses optaran por quedarse en la Unión fue que era una forma de garantizar la permanencia en la Unión Europea, porque eso era lo que los escoceses deseaban. Hubo una trifulca en cuanto a qué tipo de moneda tendrían y si como Escocia independiente tendrían la opción de pasar automáticamente a pertenecer a la Unión Europea. Ahora una de las razones claves por las cuales Escocia permaneció en el Reino Unido se esfumó, y la líder escocesa Nicola Sturgeon ya dijo que de ninguna manera va a permitir que los intereses escoceses, que fueron claramente manifestados, sean desoídos.
EC —La jefa de Gobierno escocesa dijo además que un segundo referendo de independencia “es muy probable”. ¿Efectivamente esa posibilidad está arriba de la mesa?
RBR —Los escoceses la van a poner encima de la mesa. Hay analistas que entienden que Nicola Sturgeon podría tener una suerte de clave para bloquear la salida de la Unión. Y está también la amenaza de que quien sea el político que herede esta especie de cáliz envenenado –como ya lo llaman–, la persona que apriete el botón del artículo 50 del Tratado de Lisboa para comenzar el proceso de dos años para la desafiliación, va a tener en su conciencia el tema de que, si en efecto es una salida radical, lo más probable es que Escocia opte por la independencia.
EC —¿Y lo mismo puede pasar con Irlanda del Norte?
RBR —En Irlanda del Norte la situación es algo diferente. Ahí está el tema de la relación con la República de Irlanda, son años y años del conflicto en Irlanda del Norte entre católicos y protestantes, y hay que tener presente que la Unión Europea es la garante del acuerdo de paz que se firmó en 1998.
O sea que hay un montón de cosas en juego. Y si estamos pensando que uno de los motivos principales de esta salida de la Unión Europea es el control de la inmigración, entonces aquí hay gente que se está planteando si eso implica que va a haber una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, si se va a construir la frontera romana entre Inglaterra y escocia.
Son cosas que la gente que optó por el brexit no pensó demasiado bien. Y está claro que los promotores de la salida, Boris Johnson, el exalcalde de Londres, que se contradice permanentemente, y sobre todo Nigel Farage, que es el representante del partido derechista UKIP, no tienen plan, ni se imaginaban que iban a ganar, ahora tienen el triunfo en sus manos y ¿qué hacemos? Por eso la gran incertidumbre, que se refleja en los mercados, con una situación bastante grave.
EC —Está también la brecha generacional. En el referendo del jueves, el 73 % de los votantes de entre 18 y 24 años se manifestaron a favor de quedarse en la Unión Europea, mientras que entre los mayores de 65 años esa proporción fue de 40 %, según un sondeo de lord Ashcroft. ¿Cómo está jugando ese factor a estas horas en el Reino Unido?
RBR —Entre la población joven hay una tremenda frustración. Básicamente les están diciendo, no necesariamente a sus padres, pero a sus abuelos, que ellos han tenido que sufrir las consecuencias de la recesión económica que viene del 2008 –por ejemplo que ahora para hacer estudios universitarios hay que pagar muchísimo más que antes–, básicamente “nosotros nos queremos quedar en la Unión Europea, somos europeos, y ustedes, que no van a estar acá probablemente para sufrir las consecuencias de la decisión que tomaron, nos están dejando esta herencia maldita”. Ahí hay un tremendo factor.
Para ponerte un ejemplo del otro lado, un conocido de clase media, sin ningún tipo de dificultad económica, recuerda que alguna gente de esa generación –de 70 años– tiene una especie de ilusión de lo que era la Gran Bretaña en la década del 60, del 70, y que mucha quedó muy frustrada en 1975 cuando hubo un referendo para ingresar a la Comunidad Económica Europea, que fue cuando el Reino Unido ingresó en lo que hoy es la Unión Europea. Esa gente en particular, esa generación mayor, dice que en ese momento le habían prometido que la integración sería solamente a nivel económico, para incentivar el comercio, que nunca hubo un mandato de la población para que se avanzara más. Y por supuesto está el hecho de que el Reino Unido siempre ha marcado distancia de la Unión Europea, no aceptó el euro, no aceptó el tratado de libre tránsito de personas conocido como Schengen, etcétera, etcétera, etcétera. Esa gente mantuvo ese resentimiento y cuando le preguntaron “¿qué les parece seguir”, dijeron “no, ¿saben qué?, la Unión Europea tiene un montón de problemas y nosotros nos acordamos de cuando Inglaterra sabía valerse por sí misma”. Inglaterra, ni siquiera pensando en el resto de la Unión. Ahí está la clave del asunto.









