Entrevista con el doctor Carlos Ramela.
EN PERSPECTIVA
Martes 25.10.2016, hora 8.49
EMILIANO COTELO (EC) —El comienzo de la presidencia del doctor Jorge Batlle estuvo pautado por la localización de Macarena Gelman, una de las niñas uruguayas desaparecidas durante la dictadura militar, y por la formación, muy poco tiempo después, de la Comisión para la Paz, que se dedicaría a investigar el destino de los desaparecidos uruguayos que todavía no habían sido localizados.
Jugó un papel importante en esas gestiones el doctor Carlos Ramela, que integra desde hace tiempo nuestras mesas, la Mesa de los Jueves.
Contanos de dónde viene tu relación con Jorge Batlle.
CARLOS RAMELA (CR) —Viene prácticamente de la cuna, porque Jorge era muy amigo de mi padre, de mi madre, y prácticamente toda la vida estuvimos vinculados familiarmente.
EC —¿También políticamente? ¿Siempre fuiste jorgista?
CR —Sí, y esa es la mejor definición: antes que nada, soy y seré siempre jorgista. Tuve siempre una gran admiración, un gran respeto por la forma de pensar y actuar de Jorge, sobre todo por ese perfil republicano y humanitario que lo hizo encarar cosas en la vida y actuar siempre de una forma tan particular. Y sí, en política siempre estuve vinculado a él.
EC —De todos modos, tu participación en el movimiento junto con el doctor Jorge Batlle fue bastante discreta, por lo menos públicamente. Para mucha gente tu nombre fue un descubrimiento en el año 2000, cuando Batlle asumió la presidencia. ¿Cómo venía tu relación hasta ese momento?
CR —Era una relación de amistad, casi familiar, de contactos, de opiniones. Pero yo, más allá de que creo que había sido convencional algún año, no había tenido ninguna participación política. Estaba dedicado a mi estudio, a alguna empresa y colaboraba desde afuera, como también se puede hacer claramente.
Cuando Jorge llegó a la presidencia todos los que estábamos muy cerca de él quedamos en posición de ayudar. Un día me dijo que quería que estuviera en alguna línea, me habló de distintas posibilidades, opciones, y le dije que quería ser simplemente asesor personal de él, hablar con él, asesorarlo, discutir los temas, estar en una función cerca de él más que en cualquier otra. Y esa fue la realidad.
EC —No ocupaste cargos en la Presidencia, el secretario era Raúl Lago, el prosecretario era Leonardo Costa. Tú aparecías como asesor –asesor honorario, por otro lado–, mientras seguías con tu actividad profesional.
CR —Exactamente, así fue la historia. Y así se dio mi intervención en esos cinco años muy cerca de él pero sin un cargo especial o de más renombre que el de simple asesor.
EC —¿Y cómo viste el capítulo búsqueda de desaparecidos, Macarena Gelman, en las preocupaciones, en las inquietudes de Jorge Batlle en ese momento?
CR —Jorge fue un hombre impredecible, tenía sus ideas y sus salidas que a veces no eran muy conocidas previamente. Antes del 1º de marzo, ya en enero y febrero, cuando había instalado esa interlocución con el Frente Amplio –que cumplía yo a través de Gonzalo Fernández–, había empezado a recibir, al principio casualmente, información sobre el tema Gelman. Habíamos hablado varias veces de que ese era uno de los temas que estaban pendientes y que había que solucionar para que el país se pudiera reencontrar plenamente después de ese período tan difícil de la dictadura.
EC —Esta postura del doctor Batlle marcaba una diferencia con respecto al doctor Julio María Sanguinetti, que estaba entregándole el poder en ese momento. Por ejemplo, a propósito del caso Gelman, la Presidencia de la República en la época Sanguinetti mantuvo una posición muy cerrada, y en general el doctor Sanguinetti no era partidario de reabrir las investigaciones.
CR —Sí, puede ser que Sanguinetti tuviera una visión de que no había que reabrir las investigaciones. Pero sobre el tema Gelman hay que ser muy justos y también decir que Jorge Batlle tuvo sobre la mesa una información que no tuvo Sanguinetti. Si Sanguinetti la hubiese tenido quizás habría procedido de la misma forma. Lo cierto es que a Jorge le llega una información a través de un contacto y se pone a trabajar en ese tema y nos pone a trabajar a algunas personas. Después se llega a tener cierta información que coincidía con la que estaba logrando Gelman por su lado.
Evidentemente las personas tienen sus matices, tienen sus características personales. Jorge siempre fue un gran humanista, estas cosas lo emocionaban. En el tema de la nieta de Gelman, cuando se confirmó la noticia y tuvo que informar públicamente, después de que habló Gelman Jorge tuvo lágrimas en la cara. Estos temas le llegaban especialmente, tenía un sentido humanitario muy especial, y cuando escuchaba o conocía por versiones los relatos, las historias y los planteos de los familiares no tenía dudas de ningún tipo, dijo “esto hay que encararlo”. Claramente mucha gente, incluso dentro del gobierno, le dijo que se estaba metiendo en un riesgo tremendo, que era un camino que no iba a dejar satisfecho a nadie, que iba a generar crispaciones, peleas, divisiones. Pero Jorge, con esa obstinación y esa fuerza que tenía para los temas que creía que había que encarar, dijo “voy en esta” y fue.
Esa fue la génesis de la Comisión para la Paz, que obviamente fue un instrumento creado en acuerdo con el doctor Vázquez a través de la interlocución que mencionábamos hoy. Se creó la Comisión para la Paz, cumplió su tarea y creo que Jorge quedó satisfecho, más allá de que después, como siempre, cuando terminan estas labores empiezan los reproches o las menciones de ciertas carencias y demás. Pero son las cosas de la vida, hay que aceptarlo.