La audiencia opina…

La cuarentena desde Colombia

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Apreciados Emiliano, Romina, Gabriela & Gastón:
La de hoy no fue una tertulia "cheta", pero seguramente en Uruguay y en el exterior, todos están viviendo diferentes tipos de cuarentenas.
Hablando desde este rincón del mundo, el 2019 para personas que trabajan independientemente o freelance como yo, fue un año complicado.
El llamado "paro nacional" en Colombia terminó siendo un frustrado intento de desestabilización del gobierno de Duque, que a su paso trajo atrasos en muchos cursos educativos, pérdidas de empleos y proyectos postergados.
Técnicamente, trabajé hasta diciembre, y me pagaron en enero, pero a partir de entonces, no se pudo concretar nuevos proyectos, por cuenta de la transición en los gobiernos locales, ya que el 1 de enero se posesionaron todos los nuevos alcaldes y gobernadores en este, un país bastante descentralizado.
 
Por eso en febrero con mi pareja decidimos irnos unos días a Santa Marta, gracias a unas millas acumuladas en Avianca y a una amiga que nos prestó su apartamento frente al Caribe, donde nos sorprendió la fuerte caída que ya estaba viviendo el turismo.
 
Regresamos con las pilas recargadas, pero el panorama económico no se aclaró al volver a casa pues, tanto el sector público como el privado, seguían algo paralizados, con una fuerte reforma tributaria encima de todos.
 
Marzo trajo el coronavirus y la caída del petróleo. Colombia tiene importantes ingresos fiscales por las exportaciones de petróleo, y el presupuesto nacional estaba calculado con un petróleo a 60 dólares, el cual ahora vale una tercera parte o menos.
 
Para el 20 de marzo ya estábamos en el simulacro de cuarentena, ordenado por la alcaldesa de Bogotá, y luego ya vino la cuarentena nacional decretada por el presidente. Sólo abren supermercados, lugares de comida para llevar, farmacias y algunas sucursales de bancos.
 
Mi pareja trabaja decorando eventos sociales, pero se canceló todo, pues hasta las iglesias cerraron sus puertas. Aún así, y desde la casa intentó proveer de arreglos florales para algunos de sus clientes, pero tuvo que contactar a una cultivadora de flores, porque la comercialización de flores no está considerada una actividad esencial (Colombia es el segundo exportador mundial de flores).
 
Este mes había que pagar la contribución inmobiliaria, afortunadamente la pasaron para junio. El gobierno nacional también movió los vencimientos tres meses. Pero igual hay que pagar la seguridad social, y aquí la salud funciona básicamente como seguros comerciales, por lo que no estar al día, es quedarse sin salud.Y además, se debe hacer simultáneamente el pago del aporte correspondiente para el fondo jubilatorio.
Mientras tanto, el confinamiento hoy se hizo más duro, porque fue decretado por la alcaldesa que los días pares sólo pueden salir a la calle las mujeres, y los días impares los hombres, y la multa por violar la norma es el equivalente a 9.000 pesos uruguayos.
 
A todas estas, no sé qué van a hacer los venezolanos, pues del -al menos- un millón y medio de refugiados venezolanos que viven en Colombia, muchos intentan a pesar de la cuarentena vender algo (como tapabocas caseros), en las colas que hay que hacer para entrar a los supermercados o los bancos. 
 
A la luz de lo ocurrido en Guayaquil, yo creo que aquí las autoridades tienen temor que pueda ocurrir algo parecido, y por ahora parece serio el manejo de la pandemia.
 
En medio de todo esto, hago cierto trabajo voluntario a distancia que me da satisfacción, pero es una cuarentena delicada, porque estamos viviendo de nuestros ahorros. Somos de los que podemos comer y pagar las cuentas, aunque no tengamos trabajo.
 
Así, cada uno busca nuevos espacios de bienestar, por eso con algunos amigos nos reunimos por Skype todas las tardes a cierta hora a meditar juntos, y debo decir que es asombroso el silencio que hay estos días en Bogotá, silencio que me recuerda a La Floresta.
 
Ahora que me doy cuenta, en estos tiempos, también soy de los privilegiados.
 
Un abrazo grande y virtual para todos, y fuerza para lo que se viene.
 
Gustavo de Bogotá

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